"La chica que lo cambió"
Viernes 28 de diciembre de 2018
Fiorella
Son las diez de la mañana cuando toco la puerta de la habitación de Cai, no pasa mucho tiempo cuando escucho un ‹‹pase›› de su parte. Al entrar, la veo sentada frente a su tocador, arreglándose como todos los días. Faldas, pantalones estilizados y vestidos de lujo, acompañando su rostro detalladamente maquillado son lo que la caracteriza. Si algo he aprendido bien de Cai, es que la clase y el buen ojo para la moda, son cosas que maneja a la perfección.
―Hola, cariño ¿Qué pasa? ―me saluda mientras enchina sus pestañas.
Cierro la puerta y camino por la habitación totalmente nerviosa. Me quedé toda la noche pensando en que hoy debe ser el día en el que le cuente a Cai sobre el gran paso que estoy por dar. Ella ha sido una gran cómplice, además de Amelie, merece saberlo de primera mano.
―Quiero comentarte algo que he estado pensando.
―Te escucho.
Ella me da un vistazo por el espejo, al mismo tiempo que se aplica un labial de color rosa. Son las diez de la mañana y ella ya está arreglada, mientras que yo sigo en pijama. Me quedé hasta tarde hablando con Massimo. Fue una de las noches en las que mi cabeza me atormentaba. Afortunadamente, él estuvo ahí para escuchar cada uno de mis temores. Massimo me despertó a las siete de la mañana, antes de irse a trabajar, me dio un beso, y entre sueños pude escuchar cómo me decía que trataría de volver antes de la hora de la comida. No tardé nada en volver a caer dormida.
Me siento en el pequeño sillón frente a su cama. Mis pies, cubiertos por unas pantuflas, bailan en el suelo.
―Comenzaré a tomar terapia psicológica.
Sus ojos se encuentran con los míos a través del espejo.
―Lo he estado meditando. ―Pellizco las puntas de mis dedos, y no sé por qué mi voz ha bajado algunos tonos. Por el rabillo del ojo noto como Cailin deja lo que estaba haciendo y se acomoda en su silla, mirando hacia mí. ―. Tengo muchos pensamientos en la cabeza. Los cuales no debería tener. Las palabras y acciones de mi familia siguen marcadas dentro de mí, y por más que quiera, no puedo avanzar sola. ―Sé que prácticamente no lo estoy. Tengo a mis amigas, a Massimo y demás integrantes de la casa, pero desgraciadamente, por más ayuda que ellos me brinden, y me den su cariño, no es suficiente para que mis miedos se vayan. Porque cuando mis ojos se cierran, es ahí cuando la oscuridad me acecha ―. Necesito ayuda profesional. ―Agacho la mirada, de pronto sintiéndome acojonada ―. Y me gustaría mucho que me acompañaras a la primera cita.
Cailin no dice nada, solo se queda en su lugar mientras me mira de una manera que no puedo descifrar. Segundos que me parecen eternos, transcurren, hasta que ella se pone de pie. Sus pasos resuenan en la habitación. No le toma ni dos segundos envolverme en sus brazos con fuerza.
―Estoy tan orgullosa de ti ―susurra en mi oído―. Me pone feliz que quieras avanzar. No sabes cuantas veces rogué para que te dieras cuenta de lo mal que te estaban haciendo.
Se separa completamente de mí. Una sonrisa triste se dibuja en mi rostro.
―Y lo tuve que aprender a la mala.
―Fiorella, eso no fue tu culpa, y lo sabes. ―Su expresión se torna seria ―. Demostraste que eres una buena persona dándoles una última oportunidad, a pesar de todo lo que te han hecho. Si ellos decidieron hacerte daño fue porque no son dignos de merecer tu corazón ―habla con claridad ― ¿Ya sabes a qué clínica quieres ir?
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Massimo (Familia Peligrosa I) ©
RomanceFiorella Brown está sumergida en el infierno. Después de un trágico accidente, se ve obligada a estar bajo las órdenes de su padre y de su hermana, quienes se aprovechan de ella, convenciéndola de que es la causante de todos sus males. Sin nada de e...