"Dime qué escondes, y te diré quien eres"
Fiorella
Las grandes avenidas de Nueva York nos reciben cuando nos adentramos en el tráfico de la cuidad. Johan conduce rápida e intrépidamente para llegar a casa lo antes posible. Danilo a su lado, solo se mantiene callado y observando algo tan interesante en su tableta de trabajo como para no despegarse de ella.
Suelto un suspiro algo ruidoso y cierro los ojos con cansancio. Nuestra estadía en Madrid se vio interrumpida por la inoportuna aparición del hombre que permanecía en el anonimato, asechándome y torturándome aun estando a un océano de distancia. Después del terrible ataque de pánico que tuve, Massimo se ha concentrado en hacer que me olvidara de ese horrible episodio, pero yo simplemente no podía alejarlo de mi mente, así que en cuanto pudo, me subió a un avión de regreso a casa. Me disculpé hasta el cansancio con Nikolay y Frida por haber acortado los planes y por la crisis que había tenido en el centro comercial hace días. Ellos se portaron tan comprensibles conmigo y aseguraron que no había por qué disculparme. Frida prometió venir de visita pronto y así retomar el día de spa que habíamos perdido, con algo de vergüenza, le dije que estaría encantada con ello. Nikolay me llenó de abrazos y cumplidos que afortunadamente dijo en español, si no Massimo se hubiera rabiado de nuevo, y expresó su conformidad con vernos de nuevo. En los Romano había encontrado nuevos amigos, que estarían para ayudarnos en cualquier cosa, y no dudaba que así fuera.
—Amore. —Despego mi vista de la ventana y me enfoco que en los ojos esmeraldas de Massimo que me miran con preocupación — ¿Está todo bien?
Agito la cabeza y dejo de mirarlo.
—Sí, es solo que..., he tratado de llamar a Cai desde que aterrizamos, pero no me contesta. —Juego con mi nuevo teléfono entre mis manos y hago una mueca — ¿Estás seguro de que tiene mi nuevo número?
—Por supuesto, en cuanto lo compré y guardé tus contactos, le mandé un mensaje para notificárselo.
Después del incidente con los mensajes, Massimo se había desecho de mi antiguo celular y me había comprado uno nuevo apenas y parpadee. El otro se lo había entregado a Johan y sin darme alguna explicación de qué haría con él se olvidó del tema. Pero yo ya no era tan ingenua como antes. Él se había llevado mi celular para así poder llegar al hombre que me seguía, pero tanto como me daba cuenta de eso, tenía el presentimiento que por más que buscara, no daría con él. Siempre iba un paso adelante de nosotros, incapaces de poder desenmascararlo, por lo menos no hasta que sucediera lo que yo más temía.
Que me llevara con él.
Aún con los pensamientos distantes, Massimo me toma de la cintura y me sienta sobre su regazo. Me sostiene con una mano y acaricia el rostro con la otra. Yo me dejo consentir y disfruto del calor que me brinda estar cerca de él.
—No quiero que te atormentes, Fiorella. Ya me estoy encargando de todo.
—Pero aún no lo encuentras. —A él.
Massimo se tensa a mi alrededor.
—Hago todo lo que está en mis manos, pero el infeliz no me la pone fácil —habla con voz dura.
Alzo mi mano y acaricio su mandíbula ensombrecida por la barba que le crece y lo hace lucir aún más apuesto de lo que es.
—Yo sé que te esfuerzas, cariño. No quiero que te tomes lo que te digo como un reclamo. Solo que..., estoy aterrada. Él está cada vez más cerca y no quiero que nos haga daño.
—Él no se está acercando. Solo podrá llegar a ti cuando yo esté muerto, y ni así. Habrá un ejército dispuesto a proteger a mi mujer, aunque deban dar su vida para ello. —Sus ojos vuelven a encontrarse con los míos y yo me dejo perder en ellos. Cuando hablaba con esa convicción y seguridad me hacía sentirme más tranquila —. Vas a estar bien, yo me encargaré de eso.
ESTÁS LEYENDO
Massimo (Familia Peligrosa I) ©
RomanceFiorella Brown está sumergida en el infierno. Después de un trágico accidente, se ve obligada a estar bajo las órdenes de su padre y de su hermana, quienes se aprovechan de ella, convenciéndola de que es la causante de todos sus males. Sin nada de e...