"Junto a ti"
Fiorella
Doy un trago a mi té helado y degusto su dulce sabor mientras mantengo la mirada fija en la piscina donde Vera y Cailin juegan con un balón.
Junto a las chicas, había decido salir a tomar un poco de aire. Massimo tuvo que ir hacia los puertos para recibir unas entregas, pero me aseguró que volvería temprano. Además, se encargó de que estuviéramos bien cuidadas. Hay guardias por toda la casa patrullando cada tanto. Aunque estoy segura de que mi celópata novio les ha ordenado no mirar más de lo que deben. Los hombres apenas y dan un vistazo para ver si estamos bien antes de girarse con rapidez y desaparecer.
—¿Por qué tan pensativa?
Le doy un vistazo a Laila antes de volverme a concentrar en mi bebida y girar la pajilla en círculos dentro de él.
—No estoy pensando en nada.
—Claro, y a mí me van las pollas —suelta sin pelos en la lengua. Comienzo a toser fuertemente ante la simpleza con la que dice las cosas. El calor sube por mi rostro y me deja en evidencia ante mi vivaracha amiga —. Me sorprende tu inocencia, Fiorella. Principalmente porque sé que tú y mi calenturiento amigo no han estado solo de manita sudada.
—¿Qué...qué dices? —No sé qué tanto están abiertos mis ojos, pero creo que no de una forma normal — Massimo te ha...
—No hace falta decir nada, cariño. Se nota en la cara de un hombre cuando ha conseguido lo que quería. Son muy fáciles de leer. —Se recarga en el respaldo de su siento y sube su sombrero que le tapaba un poco el rostro.
Me remuevo un tanto incómoda en la tumbona. Vuelvo a mi bebida y me la termino de golpe. No me siento muy animada al hablar sobre este tema. Pero dado a que no tengo una madre que me oriente y mucho menos una hermana de la cual seguir sus consejos —Y por supuesto que no hablaría de esto con Cai —. Mi única opción es Laila.
Dejo de lado la timidez y me giro, aún recostada, en la tumbona para quedar de frente a mi amiga rubia quien bebe de su segundo Martini.
—Lo que pasa... es que en realidad. Massimo y yo... —aclaro mi garganta. Demonios, esto es muy difícil — Él y yo no hemos hecho nada de nada.
Mi amiga da un sorbo a su trago, terminándolo de una, para después dejarlo en la pequeña mesa a su lado. Se recuesta de la misma manera que yo y sus ojos cubiertos por unas gafas elegantes se posan en mí.
—Así que mantienes a mi amigo en abstinencia. Pobre de su mano, de seguro la ha de usar mucho.
—¡Laila! —El sonrojo vuelve a aparecer.
—Solo digo lo obvio, mi pequeño saltamontes. —Una sonrisa burlona aparece en su rostro —. Pensé que después de la última plática que tuvimos ya habías dado ese paso. Además, como te dije, Massimo se ha visto muy feliz estos días. Y no voy a retribuirlo a la asquerosa felicidad romántica. Hablo del tipo de felicidad que viene después de un buen polvo.
Lo cierto es que tiene razón. Aunque no del todo. Si bien, Massimo y yo no hemos llegado a tener relaciones. Después del episodio del gimnasio, las cosas se han puesto algo... interesantes. Hay roces, besos húmedos, caricias nada inocentes y mucho toqueteo. Pero nada pasa de ahí. Y ya no es por mi miedo irracional a no gustarle en ese sentido, sino porque él se detiene.
Después de muchas discusiones en la bañera conmigo misma, me había armado de valor para dar ese paso. Sí, tenía mucho miedo, ¿quién no lo tiene cuando va a tener su primera vez? pero todo era por las cosas normales. Que sí te va a doler, si vas a hacer algo malo, cosas así. Pero de lo que estaba más que segura es que quería que Massimo fuera el primero. El primero y el único que se adentrara en los confines de mi cuerpo y me llevara por el camino de la pasión. Poder amarlo de una manera más intensa y carnal.

ESTÁS LEYENDO
Massimo (Familia Peligrosa I) ©
RomanceFiorella Brown está sumergida en el infierno. Después de un trágico accidente, se ve obligada a estar bajo las órdenes de su padre y de su hermana, quienes se aprovechan de ella, convenciéndola de que es la causante de todos sus males. Sin nada de e...