Capítulo Ochenta y Uno

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Castle — Halsey

"La reina de la mafia"

Fiorella

— ¡Esto es inaudito!

Casi siento pena por la mesa de centro que es golpeada por el puño de Carlo. Sin embargo, sé que lo que él se imagina al estrellar su puño contra ella, es mi rostro, así que puedo sentir su dolor con todo el esplendor.

La vena en su frente está a nada de explotar. Paulette solo se mantiene a su lado, esperando que no le dé un ataque al corazón.

—Carlo, no ganas nada poniéndote en ese plan —lo riñe su esposa — ¿Por qué no dejas que Ethan termine de explicarte?

— ¡¿Qué es lo que va a explicarme?! —vocifera — ¿Que mi hijo ha perdido la cabeza y le ha dejado nuestro trabajo de años a esta muchachita?

Hago el mayor de mis esfuerzos por no mostrarle lo que esta muchachita puede decirle.

La sala de estar de la casa de los D'Amico es muy espaciosa, podría decir que abarca casi toda la planta baja de mi antigua casa, pero a pesar de sus extensos metros cuadrados, el ambiente que se ha formado después de decirle a Carlo lo que Massimo me ha pedido, ha reducido todo a centímetros, ahogándome con solo tenerlo cerca.

Nada más salimos de la comisaría en París, emprendimos camino al aeropuerto donde el jet nos estaba esperando para traernos de vuelta a Nueva York. Nikolay fue el primero en irse hacia la isla Rikers donde Massimo será trasladado. Los demás venimos a casa, donde se ha soltado la bomba nada más entrar por la puerta.

—Esa fue la decisión de Massimo —contesta Laila.

Carlo deja caer su veneno en ella.

—Me importa un bledo lo que él haya decidido. No está aquí para poder opinar, así que yo voy a hacerme cargo.

—Lamento contradecirlo, señor, pero no puede hacer eso. —Ethan se lanza a la guerra sin espada —. Massimo dejó bien establecida su orden. De hecho, la Cosa Nostra ya tiene en su poder un comunicado que Massimo escribió, alegando que Fiorella será la nueva líder.

Abro mis ojos con sorpresa ¿Cómo lo había hecho en tan poco tiempo? Más bien ¿Cómo sabía que yo terminaría aceptando? Tal parece que Massimo siempre va un paso adelante de todos.

— ¿Por qué no puede confiar en ella? —Laila decide meter su cuchara — Ni siquiera sabe cómo resultará.

—Por eso mismo es que lo digo —habla con amargura — Massimo espera que ponga mi trabajo de años y el de su abuelo en manos de una chiquilla. Esto no es un juego, es nuestra puta realidad.

— ¡¿Usted cree que yo busqué esto? —decido enfrentarlo de una vez por todas. La dureza de mi voz me sorprende tanto que me quedo unos segundos callada. Quedándome bajo el escrutinio de Carlo — ¿Piensa que quiero pasar el resto de mis días dirigiendo una Organización de drogas? Mandando gente que asesina y en la que probablemente pierda la vida.

— ¿Y entonces por qué lo haces? —me reprocha.

La furia arde dentro de mí y la dejo salir.

—Por amor —contesto con firmeza. Su ceño se frunce sin entender mi respuesta —. Massimo me lo pidió. Me dijo que confiaba en mí, y si lo hizo es por algo. Así que yo no voy a defraudarlo solo porque usted no pueda hacer a un lado su estúpida guerra contra mí.

El lugar se queda en silencio. Ni siquiera el ruido de una mosca se escucha entre nosotros. Laila, Ethan y Paulette se mantienen como espectadores del show que estamos montando Carlo y yo. O más que nada, una batalla campal.

Massimo (Familia Peligrosa I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora