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  Era temprano en la mañana del día siguiente. 

  Mamá había llegado a pedir explicaciones a mi habitación el día de ayer, cuando la madre de Gabriel tocó el timbre, reclamando a mis padres que yo había lanzado a su "niño" al agua. 

  Al parecer, el chico le había inventado a su madre que se tropezó y cayó dentro de la pileta, pero doña Olivia había desmentido a su hijo, dándole a conocimiento que yo lo había empujado. Habían llegado a un acuerdo y la vecina no me odiaba, pero estaba forzada por papá y mamá a disculparme con él. 

  No sé si había sido una casualidad tremenda, o Gabriel sabía que tenía que humillarme, pero estaba parado fuera de mi casa, aguardando a que yo saliera. 

  ¡Fabuloso! No tendría ni la más mínima oportunidad de poner en marcha mi plan de evadirlo por el resto que quedaba del día. Unas disculpas se escuchaban muy justas, pero de esa forma, Gabriel aprovecharía mi debilidad.

    – Terminemos con esto. Lo siento. – Dije de forma seca.

  Él estaba frente a mí, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. 

  En realidad, su rostro se miraba muy extraño con una expresión seria. Tal vez ya me había acostumbrado a verlo riendo desde que lo conozco y por eso se me hacía tan fuera de lo común. 

    – Entonces, ¿Por qué aún suena como un "te odio" 

  Su voz chillona y acentuada tampoco se me hacía igual, era más grave y con aires de enfado.
El remordimiento atacó mi pecho. 

  Este Gabriel no me gustaba nada. Había una pequeña posibilidad en mí de que preferiría mil veces al alegre por sobre el enojado, pero, ¿Qué era lo que esperaba? Merecía que estuviera enojado conmigo después de lo que hice, yo lo estaría. Mi mente se disparó inmediato, descartando la idea de alejarlo a base de odio. 

  Solo con un par de palabras pactadas por su boca ya habían logrado que me arrepintiera de lo que había hecho. 

    – Mira, sé que no tuve que hacer eso y no voy a justificarlo. – Comencé a decir. – Estás en todo tu derecho de estar enojado, yo lo estaría, así que... Solo lo lamento. 

  Era una disculpa sincera, pues, pese a que él no fuera un cercano ni nada, el error fue mío y tenía que enmendarlo. 

  Su expresión de a poco se fue suavizando, hasta volver a su habitual sonrisa. Se soltó a reír, dejándome extrañada.

    – Explícame Samanta: ¿Qué significa "Justificar"? – Me preguntó entre risas.

  No entendía lo que pasaba en un principio, pero la cuestión se fue aclarando a medida que lo observaba reír. 

    – Dime que esto es una broma... –Murmuré entre dientes. 

    – De verdad... ¿De verdad pensaste que estaba enojado contigo? 

  Ganas de golpearlo no me faltaron, esta vez no las reprimí, soltándole un fuerte empujón en el hombro que lo alejó unos cuantos centímetros. Golpeé mi frente con la mano abierta. 

  Caí de lleno en sus burlas, justo como lo había sospechado. 

    – Eres el ser más detestable que he conocido. – Le escupí con odio. 

    – ¡Oye! ¡El enojado debería ser yo! – Comentó divertido. 

  Así comenzamos a caminar al liceo. El semi rubio se burlaba de mí a su manera y yo solo intentaba reprimir el impulso de darle una patada baja para que se callara. 

  Tal vez era la primera vez que no me molestaba el hecho de que alguien caminara junto a mí, pero solo era porque sentía más pesar que se burlara de que me disculpé. Era un golpe demasiado bajo a mi dignidad. No lo iba a admitir en su cara, pero Gabriel se ganaba el puesto de un gran actor, ya que había logrado que yo tuviese remordimiento de mis actos y le daba mérito a eso. 

    – Es peor persona el que se mofa que el que admite su error. – Respondí a sus exclamaciones. 

    – Es que, en serio no puedo creer que hayas caído. ¡Cielos! ¡Merezco una medalla! –Canturreaba Gabriel, con su sonrisa plasmada y su paso constante. 

    – No te burles de mis disculpas. Mi mamá me obligó. – Espeté un poco harta. 

    – Obligada o no, tú caíste en una mentira vecina, y ¡Rayos! Debiste ver tu cara. – Volvió a mofarse de mí. 

    – Deberías participar en un concurso de televisión. Seguro te haces famoso por la forma tan espontanea de irritar a la gente.

  Perdí el equilibrio ligeramente cuando el semi rubio me dio un golpe a puño cerrado en el hombro izquierdo. Le miré incrédula. Ese payaso me había dado un golpe. Su sonrisa lo decía todo.  

   –No me mires así, Samanta. ¡Estoy seguro que aquí conocen los golpes amistosos! 

    – Creo que aún no entiendes que No busco compañía. – Respondí, remarcando la palabra "no" en mi frase. 

  Gabriel estaba tomándose demasiada confianza conmigo, y eso no me agradaba en lo más mínimo. ¿Tan complicado le resultaba entender algo? Pues su actitud estaba exterminando a mi paciencia y no resistiría mucho con estas jugarretas ridículas. 

    – Te dije que esa palabra todavía me cuesta.

  Algo en mí me advertía que hoy se cometería un asesinato. 

  Estaba convencida de que él sabía lo que estaba haciendo. Esa carita pecosa y pálida de ingenuo no lograba engañarme. Mis instintos me decían que Gabriel no era el niño estúpido que aparentaba ser. Quizás podía engañarlos a todos con sus sonrisas tontas y su carisma, pero yo sabía que él era un falso en todo el sentido de la palabra. 

  Llegamos al edificio que prometía un futuro para nosotros e ingresamos. Los rostros extrañados de nuestros compañeros de curso no tardaron en llegar cuando aparecimos Gabriel y yo entrando juntos al salón. 

  No era nada del otro mundo que dos vecinos lleguen al mismo tiempo a un lugar, pero a mí también me extrañaría que alguien como yo y alguien como él llegaran a la par, como si fueran cercanos. No era precisamente de las personas que ponen etiquetas, pero más que obvio era que chicos como él no pasan tiempo con chicas como yo. Y es que la pulga Gabriel parecía chicle pegado al zapato junto a mí. 

  Sentía que, en poco tiempo, todo mi autocontrol se iría a la Atalaya. 

  Me senté en mi puesto de siempre. Miyers fue a saludar a sus amigos de esa forma alegre con la cual se manifiesta. 

  Educación física no tardaría demasiado en empezar. 

No tienen idea de lo mucho que extrañé actualizar esta historia. Se me cayó el internet como por una semana, pero yo bien decidida vine a robarle internet a mi vecino para subir esta página. Lo siento si me demoré mucho :(

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