Desbloqueé la puerta de mi habitación, ya que, el hambre estaba provocando sensaciones muy incómodas en mi estómago. Aunque mi recorrido se vio afectado en cuanto Odeth llegó a mi rango de visión.
Estaba de perfil, con el rostro asomado por la ventana del pasillo que daba a la calle. Parecía muy concentrada en lo que sucedía afuera de la casa. Logró localizarme con la mirada cuando me dispuse a continuar con mi paso a la cocina.
– ¡Samanta! Mira esto, se puso muy interesante...
Acompañado de sus palabras, Odeth había apuntado con su cabeza a la calle.
No lo iba a prestar atención, hasta que escuché perfectamente un grito masculino muy familiar.
Me asomé ligeramente, observando con claridad la discusión del mayor de mis hermanos con su novia.
La mujer gritaba histérica. No se le podía ver la cara, pero agitaba los brazos arriba y abajo con dureza. También, desde aquí podía apreciar lo tenso que estaba Bastián, con la mandíbula apretada, las manos empuñadas y el entre cejo completamente arrugado, llegaba a temblar de la rabia que estaba tragándose.
– Estuvo gritando en la puerta como por una hora, ya estaba que salía a golpearla. – Me comentó Odeth, mientras mirábamos la escena. – Llegó el tomatito y se puso a hacer un numerito en medio de la calle, está completamente loca.
Le di toda la razón, asintiendo con la cabeza sin apartar la mirada.
– ¿Debería interferir en esto? – Preguntó de pronto.
– ¿Quieres hacerlo? – Le devolví la pregunta.
Odeth sonrió un poco y comenzó a hacer movimientos de afirmación con su cabeza.
– No te negaré que disfrutaría mucho agarrarla a putazos frente todo el mundo. – Confesó con una sonrisa maliciosa.
– ¿Por qué aún no lo has hecho? – Consulté, ahora concentrándome en el rostro de Odeth.
– Porque el tomatito se enojaría conmigo... – Respondió mirándome de la misma forma que yo a ella.
– ¿Y de aquí a cuando te ha preocupado lo que opina Bastián? – Le volví a interrogar.
Odeth me miró con una sonrisa desafiante. Mordió su labio inferior y volvió a observar por la ventana. Finalmente, soltó un suspiro de satisfacción.
– Tienes razón. Alguien tiene que sacar la basura. – Afirmó decidida.
Ambas bajamos la escalera, solo con la diferencia de que yo iba con fines alimenticios. Después de servirme los fideos con salsa de tomate y pollo, me senté en el sofá de la sala, prendiendo la televisión en el acto. Pese a no prestar atención a los gritos de afuera, se me hizo inevitable imaginar lo que probablemente estuviera sucediendo.
Mis pensamientos me llevaron a un acontecimiento algo gracioso. A pesar de que Daniela la superaba en altura, Odeth era una chica, se podría decir, mucho más corpulenta. Tenía un cuerpo bastante "duro", con curvas muy marcadas, piernas fuertes y gordas, hombros anchos y gran cantidad de musculo en los brazos. Para que mencionar sus facciones. Podía verse muy amigable y simpática, pero tenía una expresión en especial que solo transmitía un "corre o estás perdido", todo esto sin perder ese toque de feminidad que describen las personas. La novia de mi hermano era alta, con un bonito físico, pero con carencia de musculo en aquel.
Estaría muy intimidada si estuviera en el lugar de Daniela.
Un rato después, ambos chicos ingresaron a la sala de estar.
Odeth forcejeaba con Bastián, y gritaba palabras incoherentes, tratando en vano de volver a salir de la casa. El mayor de mis hermanos traía una enorme marca roja en la mejilla derecha.
Después de que Odeth se calmó, Bastián la soltó y se sentó en el sillón junto a mí.
– ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Estaba a punto de ir a partirle su madre a esa mal nacida! – Le alegaba Odeth al chico sentado en el sillón.
Bastián estaba callado. Ni siquiera nos miraba. Se tiraba el cabello con los dedos.
Sabía que estaba pasando por un momento complicado, así que le dirigí una mirada de advertencia a Odeth.Mi hermana se calló al entender el mensaje que quería entregarle, pero ahora parecía estar enojada.
– ¿Vas a explicarnos por qué diablos tu mujercita está como loca? – Cuestionó la castaña con los brazos cruzados.
– No les importa a ustedes. No se metan. – Dijo Bastián con un tono frustrado.
Era poco común ver al más ocurrente y alegre de la casa de esta forma.
– ¿Qué no me meta? Mira, te lo voy a dejar bien en claro, así que escucha: ¡Esa mujer vino a mi casa y se puso a hacer un escándalo en la vereda! ¡Estoy en todo el maldito derecho de meterme en esto, Bastián! ¡Así que es mejor que comiences a soltar la verdad y te metas tus escusas por donde no te da la luz!
Odeth también comenzaba a exasperarse con la situación. Yo solo permanecía callada, esperando pacientemente a que sea Bastián el que decida explicar lo que sucede.
El castaño se llevó una mano a su mejilla abofeteada, ahora con unos dedos marcados en color rojo intenso. Suspiró con pesadez y observó a Odeth. No iba a poder seguir reteniendo sus penas mucho tiempo, podía sentirlo en su lenguaje corporal y la desesperación que emanaba su cuerpo.
– Estamos teniendo problemas... Otra vez cree que estoy engañándola... – Comentó desanimado.
– ¿Y cuando no lo ha pensado? ¡Es que ni siquiera entiendo sus celos! ¡Mierda! Tú eres el tipo más estúpido que he conocido por seguir con esa mujer, ¿Y ella cree que le eres infiel? ¡No tiene sentido!
La castaña se sentó junto a él. Le abrazó levemente mientras soltaba insultos murmurados. Yo seguí ingiriendo la comida de mi plato, prestando atención a las reacciones del mayor de mis hermanos.
– Sé que vamos de mal en peor, pero en serio la quiero mucho. Ya no sé qué más hacer... – Continuó hablando Bastián después de las palabras de ofensa de Odeth.
En su forma de expresión podía detectar lo mucho que le dificultaba las cosas esto.
– Si sabes, solo que no quieres aceptarlo. – Respondió Odeth con seguridad, casi reprochándole. – No te doy un sillazo nada más porque le tengo respeto a mi silla.
La chica le propinó un golpe a palma abierta en la nuca a Bastián, quien le miró ofendido.
No me gustaba pasar tiempo con ellos, pero Bastián lo necesitaba. Sentía su dolor en el aire, y necesitaba ayuda en esto.
Me quedé sentada en el sofá.
Dejarlo solo con Odeth alterada no iba a ser una buena idea, pues, se pondría a recriminarle las cosas, juzgarle e insultarle por la impotencia.
Mi hermana era un tanto inestable cuando sabía que tenía razón en algo, y Bastián solía sentirse muy miserable cuando le sacaban en cara las cosas.
Puse una película de comedia (No las veía hace mucho y les perdí el interés, pero mi hermano lo necesitaba) y nos quedamos mirando la pantalla por dos largas horas.
Los dos mayores se reían, comentaban la película, se burlaban de ellos mismos, y el tema anterior pareció quedar obsoleto. Yo solo miré la película en silencio, siendo conocedora de ese calor reconfortante en mi pecho por lograr ayudar a Bastián a lidiar con su tristeza por el momento. Aunque no lo demostrara a menudo o abiertamente, quería a mis hermanos infinitamente, con sus virtudes y sus defectos. Me tocaba el corazón que estuvieran sufriendo, porque yo sabía lo que era sufrir y que te lastimen, sobre todo cuando lo hace una persona que es importante para ti.
Les tapé con una manta a los dos al notar que se quedaron dormidos. Seguido de eso, preferí retirarme a mi habitación para leer algo que llamara mi atención, no sin antes haber apagado el televisor de la sala.
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Algo en ti
Teen FictionEsta es la historia de una adolescente, cual nombre es Samanta García, narrada desde su perspectiva. Se centra en el instante en el que conoce a un particular chico que le hará cambiar su punto de vista y aflojar todo lo que alguna vez no quiso dem...