⊱ ❝O28 | 𝑫𝒆𝒔𝒄𝒐𝒏𝒈𝒆𝒍𝒂𝒓❞

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—El padre de Juliette tiene a su madre congelada —le explica Carlisle a todos sus hijos luego de salir de la biblioteca.

—¿Congelada? —pregunta Rosalie incrédula mientras estaba sentada en las piernas de Emmett.

—Al parecer la mantuvo congelada todos estos años porque quería encontrar una cura para su enfermedad —explica el patriarca de la familia sin estar del todo convencido.

—¿Una enfermedad? —pregunta Alice confundida.

—La madre de Juliette tiene el mismo don que ella, no es una inmortal, hay muchas razones detrás de esto que desconozco —asegura Carlisle con frustración—. Por eso tenemos que ir a Alaska para salvar a su madre.

El rubio fija su mirada en Edward, que se mantuvo callado en todo momento.

—¿Crees que sea correcto que Juliette vaya a verla? —pregunta el lector de mentes hacia su padre adoptivo.

—Es lo mejor —responde Carlisle con seguridad—. Es su madre y, dejando de lado todo el dolor que le hizo pasar su padre, ella merece saber la verdad.

—Creo que tienes que decirle tú, Edward —recomienda Esme hacia su hijo mayor—. Ella ha pasado mucho en estos días y contigo se siente más tranquila.

—Nosotras prepararemos todos, así que no tienen por qué preocuparte por nada —asegura Alice con una radiante sonrisa en su rostro—. De todas maneras, estamos en vacaciones escolares, así que dile que no tiene por qué preocuparse por las clases.

—Iré a hablar con ella —termina por Edward tras darle una ligera sonrisa a Alice.

Todos los Cullen asienten y deciden ir a la estación de policía en donde tenían detenido al padre de Juliette.

Edward comienza a subir las escaleras para llegar al tercer piso de la casa en donde se encuentra su habitación y la de Juliette, se encamina a la de la rubia, encontrándose con ella, sentada leyendo un libro.

—Hola —saluda Edward sonriendo ligeramente.

Juliette deja de leer y regresa su mirada hacia él, le sonríe ilusionada antes de acercarse para enredar sus brazos en su cuello, ambos se besan con una sonrisa en sus labios, pero Edward la tomó de la cintura con cuidado para poder pegarla a su pecho.

Después de que se diera la noticia del supuesto suicidio de Jerome, gracias a las pruebas que Juliette presentó y a que ese hombre le otorgó sus bienes como regalo de bodas, la rubia se quedó con todo el dinero de este.

Obviamente, las acciones en la empresa de su padre igual quedaron a su nombre, pero también la misma compañía.

—¿Por qué la casa está en silencio? —pregunta Juliette tras alejarse de los labios de su pareja.

⊱ 𝑳𝒐𝒎𝒃𝒂𝒓𝒅 𝒚 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏 - 𝑬𝒅𝒘𝒂𝒓𝒅 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏® ⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora