Capítulo 23

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Cuando Hoseok abrió sus ojos su mundo dió vueltas, estaba mareado y tenía aún demasiado sueño. Su cuerpo se sentía pesado y las marcas del cinturón en su piel ardían. Aún así se levantó con mucho esfuerzo al escuchar las quejas de su madre provenientes desde la cocina, gritandole a su padrastro que despertara al holgazán de su hijo y su padrastro gritándole que no era un holgazán sino que un enfermo.

Honestamente, Hoseok ya no sabía quién de los dos lo hacía sentir peor.

Su puerta se abrió después de algunos minutos, aún sin llavín y su padrastro lo miró sorprendido.

─ Ya está el desayuno. ─ Le dijo secamente y Hoseok simplemente asintió.

Se sentía tan débil que al levantarse sus piernas temblaron y volvió a sentarse en la cama. Respiró profundo y, haciendo más fuerza, logró levantarse. Se dirigió a su armario, como todas las mañanas, a escoger un sueter negro, pero pronto el colorido sueter floreado que su madre le había traído lo devolvió a la realidad. Sus labios temblaron y tragó saliva mientras se dirigía al suéter colorido y lo tomaba entre sus manos. Sintió con sus dedos la gruesa tela estampada, le encantaba.

Aquello hizo que se formara un nudo en su garganta. Porque a él realmente siempre le había gustado ese tipo de ropa. Tuvo un vago recuerdo de él mismo haciendo un baile de la emoción mientras él solito tarareaba su propia música de fondo. Sus piernas cedieron mientras apretaba la tela floreada entre sus brazos.

¿Por qué le hacían esto? Era cruel recordarle un pasado al que no podía regresar. Pero Hoseok prefería ésto mil veces que ser violado, y al parecer su madre había vuelto para quedarse ésta vez.

Con esfuerzo se arrastró hacia su armario para sacar una simple camisa blanca, se sacó la ropa del día anterior con bastante esfuerzo, pues su piernas estaban paralizadas, y luego se colocó ropa interior limpia, la camisa blanca, el sueter floreado y... él iba a tomar uno de sus pantalones negros... pero sus manos se dirigieron a esos gaveteros que el nunca abría y sacó unos jeans azul claro con las rodillas rotas.

Era tan agridulce, se sentía bien volver a usar esa ropa, pero a la vez se sentía malditamente mal. Arañó un poco sus brazos bajo la tela para poder calmarse un poco y respiró profundo. Se sostuvo del armario para poder levantarse y caminar al baño, Hoseok se sorprendió al verse al espejo.

Notó que los colores claros resaltaban más su piel enfermiza y cabello opaco, sus ojeras se miraban más pronunciadas... aunque no sabía si el problema era ese en sí, o sí simplemente su condición empeoraba.

Peinó su cabello un poco dejando sus flecos cubrir su frente, intentando cubrir golpes que aún no se desvanecían y parte de su cara. Lavó sus dientes y después de un último suspiro caminó hacia las gradas.

Le costó bajar, sosteniéndose de la barandilla, mientras pensaba en cómo rayos iba a caminar al colegio y cuando llegó a la cocina...

─ ¡Hijo, te ves guapísimo! ─ Su madre pronto lo envolvió en un doloroso abrazo que lo hizo sisear suavemente. ─ ¿Ves? Así ya no pareces muerto.

Hoseok sonrió débilmente... pues, ¿Cómo era posible que su madre no se diera cuenta que él no parecía muerto? Él realmente lo estaba.

─ ¡Miralo! ─ Le dijo a su padrastro mientras quitaba su flecos de su frente, peinándolos de lado, descubriendo su rostro.

Su padrastro lo observó y Hoseok sintió un escalofrío recorrerlo, no soportaba esos ojos sobre él.

─ Se ve como siempre.─ Dijo el mayor y Hoseok no lo comprendía, porque el adulto parecía comprenderlo tan bien, pero era la persona que más lo dañaba y esa contradicción lo hundía aún más.

En Tus Sueños |Junghope| [Disponible En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora