Five

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-¿Qué te hizo, Amelie?.-

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Amelie sintió como sus dedos acariciaban algo sedoso, algo que no había sentido antes. Su corazón golpeó levemente su pecho y, por primera vez en meses, no se despertó presa del pánico.

Sus codos contra el colchón y sus ojos se abrieron lentamente.

Ella se congeló por completo.

Amelie trató de mantener sus ojos enfocados en el chico rubio, que estaba encorvado sobre la silla de su escritorio con la cabeza entre las palmas de sus manos.

Sus manos grandes y venosas estaban cubiertas de sangre. Tenía los nudillos magullados.

No recordaba mucho de antes de que la oscuridad la devorara, pero la mirada de eso, el ser testigo de sus manos todas heridas le hizo fallar la respiración.

Draco se estremeció, obligándose a levantarse de su asiento mientras la miraba. Él pareció sorprendido. Sus ojos se movieron rápidamente hacia su hombro, donde su camisa se había deslizado hacia abajo, y reveló todo lo que se suponía que debía ocultar.

Amelie se inclinó hacia adelante, arrastrando sus rodillas hasta su pecho mientras su respiración se hacía más pesada por cada recuerdo de lo que sucedió anoche. Draco se acercó a su cama y se arrodilló junto a ella.

-¿Estás...?. -Se levantó, pero instantáneamente se calló, sus ojos ardieron en su piel mientras la observaba cuidadosamente.

-¿Estoy en tu habitación?. -Su tono aireado, su voz débil.

El rubio asintió con la cabeza, sus mandíbulas apretadas mientras Amelie arrastraba la tela de su camisa hacia atrás sobre su hombro. -¿Por qué estoy ...?.-

Ella asintió con la cabeza cuando los ojos de Draco la recorrieron, registrando cada moretón que tenía en los brazos, y la mirada que él poseía, esa mirada desgarradora, casi triste, la hizo entrar en pánico.

Amelie saltó de la cama, de pie junto al rubio mientras él parpadeaba rápidamente por su repentino movimiento.

Se sintió disgustada, avergonzada, mortificada de que alguien más que ella tuviera que ver la horrible verdad grabada en su cuerpo.

Amelie nunca había visto mucho a Draco antes. Adrian siempre la mantuvo para él, pero incluso si ella no lo hacía. Sabía que esta mirada en su rostro, la mirada caída, golpeada, casi aterrorizada, no era él.

Draco Malfoy era un conocido futuro Mortífago, una bestia sin corazón, no alguien que pareciera molesto por el abuso que vivió.

-¿Qué puedo hacer?. -Murmuró Draco con los ojos fijos en ella.

Ella no podía pensar. Amelie no sabía lo que quería que él hiciera, ni siquiera sabía lo que quería hacer ella misma, pero en el segundo en que su mente comenzó a latir con fuerza, llegó a Adrian.

Sus venas se congelaron y su pecho se sintió pesado al pensar en él. El demonio, alimentándose constantemente de su alma inocente.

-Draco... -La voz de Amelie estalló, su boca seca por el sabor de la sangre. -¿Puedo preguntarte algo?.-

Su cabeza se inclinó, haciendo que los mechones rubios de cabello cayeran sobre sus cejas. -Adelante.-

-¿Qué hiciste? Dónde está...-

-¿Qué hice?. -Draco le espetó, molesto. -¿Qué te hizo, Avery?.-

Sus mejillas se sonrojaron de ira mientras las de ella se agotaban por el miedo.

Cursed; Draco Malfoy |Traducción|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora