Twenty-one

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-Escoge.-

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La respiración de Amelie se atascó en el fondo de su garganta mientras lo miraba en la puerta. Adrian enarcó una ceja antes de que sus ojos se fijaran en Draco, de pie sin nada más que sus pantalones de dormir,

-¿Qué demonios...?. -Gritó Adrian, el puro despecho recorrió su lengua mientras su varita se elevaba amenazadoramente contra Draco... -¿Qué estás haciendo aquí?.-

Ella tragó, él estaba aquí.

-Adrian. -dijo Amelie, mirándolo mientras su corazón se rompía. Se sintió como una maldición para ella, como si no pudiera resistirlo. No pudo resistirse a él, y después de dos semanas de separación, le dolía el cuerpo por la pérdida del de él.

Dio un paso adelante, pero tan pronto como intentó dar otro, Draco la agarró del brazo y la arrastró hacia atrás mientras se ponía frente a ella.

-No tan cerca, Pucey. -espetó Draco, con las mandíbulas apretadas. -Ahora vete.-

Una sonrisa cruel se curvó en el labio superior de Adrian, y sus ojos verdes se entrecerraron en los grises de Draco. -No me iré sin ella.-

Draco avanzó a grandes zancadas en la habitación a oscuras. Su varita empujó contra la garganta de Adrian mientras su otra mano lo agarraba por el cuello de su camisa. -Dije que te vayas, Pucey.-

Esto tenía que ser de lo que hablaba: Draco.

Esto tenía que ser lo que quiso decir cuando dijo que tenía un lado oscuro, un lado sin remordimientos, un lado de él que es más que capaz de quitarle la vida a otro.

-No olvides que compartimos la misma posición, del mismo lado. -sonrió Adrian, aparentemente intrépido por el rubio. Sus ojos se movieron sobre el hombro de Draco, mirando directamente a Amelie mientras ella estaba aterrorizada detrás de él.

-Pero por lo que parece, compartimos mucho más que eso ...-

-Crucio. -gritó Draco, sin dudarlo, mientras la luz verde de la tortura tiraba a Adrian al suelo. Su cuerpo tembló, rastros de gritos dejaron su garganta ante la maldición, y al ver esto, Adrian luchando contra uno de los hechizos más crueles, su corazón se sintió como si estuviera siendo arrancado.

Las lágrimas se acumularon mientras ella quería acercarse, pero una vez más, Draco la detuvo para que no lo hiciera, y su mano la agarró por el brazo. -No tienes que sentirte mal por él. -dijo Draco, mirándola con una mirada dolorosa. -Él te ha hecho cosas mucho peores.

-Por favor, Draco. -le suplicó Amelie mientras sus rodillas se debilitaban. -Por favor. Prometí quedarme contigo y lo haré. Te prometo que lo haré, pero debes detener esto.-

-Oh, cielos. -Narcissa jadeó detrás de ellos, y el sonido inesperado hizo que Amelie la mirara, pero Draco no lo hizo, todo lo que pudo ver fue a Amelie.

-Hijo mío, escucha a la niña. Te conozco...-

-No. -gruñó Draco furiosamente, con los dientes apretados mientras se giraba para mirar a su madre. -Si no hubiera hecho lo que hice, él habría ...-

-Lo sé, hijo. -Narcissa miró desconcertada a ambos. Su mano se estiró en el aire. -Déjame al menos sacarla de aquí. No hay necesidad de que ella vea esto.-

Draco inclinó su cabeza hacia la de ella, y un destello de culpa atravesó los ojos entumecidos antes de cerrarlos, asintiendo levemente con la cabeza hacia su madre. -Por supuesto. -dijo Draco, cruelmente. -Llévala abajo y estaré abajo en un minuto.-

Cursed; Draco Malfoy |Traducción|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora