Nineteen

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-¿Cuál es tu libro favorito?.-

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Amelie Avery.

Ella caminó detrás de él, mirando como él jugueteaba nerviosamente con los anillos que cubrían sus dedos. -Por aquí. -murmuró Draco. Su mano le hizo un gesto para que entrara en una habitación vacía con nada más que una silla en el medio.

Amelie asintió e hizo lo que el rubio deseaba. No quería provocar su temperamento como lo había hecho la noche anterior. -¿Aquí?. -Preguntó mientras caminaba hacia la silla.

-Sí, siéntate. -Él tarareó en respuesta.

Se sentó en la silla. Colocó las manos en su propio regazo mientras lo miraba, cuán ansioso parecía mientras caminaba de regreso a la puerta y su mano se cerraba alrededor del borde de la misma.

-¿Y todo lo que tengo que hacer es pedírselo?. -Draco trató de callarse mientras hablaba con alguien afuera. -¿Qué pasa si ella no quiere renunciar?.-

Su voz se hizo trizas, para que ella no lo oyera.

-Entonces tienes que quitárselo, sin su consentimiento. Ella vino aquí de buena gana.-

Sus hombros se encogieron, casi como si los escalofríos huyeran de su columna vertebral. -Lo intentaré. -Luego cerró la puerta y sus palmas se detuvieron en la madera. Sus hombros se hundieron. -No quiero hacer esto, Avery.-

Amelie tragó y se levantó de la silla. Sus pasos más cerca del chico que parecía como si fuera a romperse, fueron vacilantes. Se sintió asustada. -¿Hacer qué, Draco?.-

-Necesito algo de ti. -Malfoy se dio la vuelta. Se metió las manos en los bolsillos. -Y no puedo ...-

Sus ojos grises se cerraron y su respiración se volvió irregular mientras ella caminaba aún más cerca hasta que se detuvo a centímetros de distancia. Draco se veía agotado, completamente vacío, y no tenía una sola emoción en su rostro. Sus gruesos pantalones resonaron por toda la habitación poco profunda.

-Sí, puedes. -Amelie forzó una sonrisa mientras su mano buscaba tocar la de él. -Dime lo que quieres de mí.-

El diminuto músculo de su mandíbula se contrajo. -Necesito un recuerdo. -murmuró, y su mirada se posó para mirar su mano, colocada en su brazo. -¿Te acuerdas de la noche en la biblioteca? ¿Cuándo estabas cerca de renunciar a algo?.-

-Lo hago.-

Ella lo hizo, pero cuál era ese recuerdo, no lo sabía. Su mente la dejó fuera en el instante en que trató de revelarlos, y eso es lo que él necesitaba. Quería ese recuerdo escondido, enterrado, incluso si le dolía, incluso si su cabeza casi le golpeaba al pensar en ello.

Draco se aclaró la garganta, sacudiendo la cabeza mientras le hacía un gesto para que se sentara de nuevo. -¿Recuerdas tu palabra de seguridad?.-

-Azul.-

Abrió el borde de la chaqueta de su traje y sacó la varita antes de caminar exigentemente hacia ella. Sus manos se agarraron a los apoyabrazos de su silla mientras se elevaba sobre ella. Vio cómo el arrepentimiento destellaba en sus ojos, la pesada persistencia en su respiración. -¿Puedes decirme qué es?. -Ella habló. -¿El recuerdo?.-

Frunció el ceño y apretó las mandíbulas. -No. Tienes que dármelo tú solo.-

El labio inferior de Amelie se mordió entre los dientes mientras la vacilación la molestaba en su interior. No quería hacer esto porque la última vez le dolía. Ella era un desastre después de que él escudriñó su mente para alcanzar esa cadena de luz, ese pequeño recuerdo.

Cursed; Draco Malfoy |Traducción|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora