Seventeen

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-Tenemos que irnos ahora.-

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Draco Malfoy.

Amelie descansaba congelada ante él. Su labio inferior temblando. No quería irse, lo demostró más que bien, y Draco pudo ver que Adrian no resistía. Fue por Theodore. Amaba a su mejor amiga más que a nadie, y que Malfoy fuera el que la alejara de él le dolía por dentro mientras una duda marcaba al rubio.

-Avery... -Draco trató de acercarse a ella, pero nada. Ella se quedó quieta mientras sus ojos perforaban los de él y un tembloroso aliento escapó de sus labios.

Ella negó con la cabeza, mirándolo vacíamente. -No puedo ir, Draco. No puedo dejar todo atrás solo porque mi padre decidió escapar. No funciona así.-

Malfoy tragó saliva en un intento de imaginar cómo podría suceder esto en todos los escenarios posibles pasaron por su mente mientras refunfuñaba. -Sé que no, pero tiene que ser así, quedarse aquí no está funcionando para nadie en este momento.-

Sus ojos se quedaron sin expresión. -Especialmente no para ti.-

Amelie respiró hondo, cerrando los ojos mientras colocaba sus palmas sobre su pecho, y sus pequeños dedos agarraron la tela. -No sé lo que quieres que haga, Draco ...-

-Quiero que nos vayamos, tenemos que ...-

-¡No puedo!. -Gritó de repente. Su voz atravesó la madera a su alrededor, haciendo eco con fuerza, pero no se movió. Sus ojos se posaron para mirar su chaqueta. Las lágrimas que les picaban brillaron de dolor.

-No puedo, Draco. No puedo irme.-

La cabeza de Malfoy se levantó, mirando por encima de la oscuridad, el crepitar de lo desconocido sonó cuando las hojas se encogieron de hombros por el ligero viento.

-¿Por qué?. -Él la miró de nuevo, y tuvo miedo de tocarla. -¿Por qué no puedes irte?.-

Ella resopló cuando su frente se hundió en su pecho, confiaba en él. Amelie confiaba en Draco de una manera que nunca antes había confiado en nadie, e incluso si no lo dijo en voz alta, él lo sabía porque, después de años de abuso y tortura, nadie acepta un toque tan fácilmente.

Mantenerse alejado de eso, y eso es lo que solía hacer. Se mantuvo alejada de todo contacto posible porque todo lo que alguna vez sintió en otra persona fue odio, despecho, dolor, pero no con Draco.

Él fue gentil con ella, amable. Él le mostró que se podía confiar en él y, después de meses de intentarlo, finalmente lo hizo. Amelie confiaba en él,

Justo como necesitaba que ella hiciera.

Draco necesitaba que ella se uniera a él de buena gana. Esa era la única forma en que el Señor Oscuro la aceptaría. Su padre se fue. Él huyó y Adrian regresó por ella, pero no para entregarla a los Mortífagos, no.

Esa era la tarea de Draco. Ese fue su trato con el diablo para liberar a su padre del poder de Voldemort. Su vida por la de ella, e incluso si Malfoy hubiera llegado a preocuparse por Amelie, incluso si le había concedido muchas promesas, tenía que hacer esto o el Señor Oscuro mataría a su padre.

Al principio, el Señor Oscuro usó a Draco mismo como palanca: buscó a Malfoy hasta la más cruel de las cosas hacia otros seres humanos, y lo hizo. Draco usó su magia para quitarle la vida a otros, para torturarlos más allá de la imaginación.

Él era un monstruo, y ella ... ella era su presa.

-Tenemos que irnos, ahora.-

Amelie todavía dudaba cuando su cabeza se sentía pesada contra su pecho. Draco no sabía qué hacer, cómo hacer que ella se uniera a él. Él la agarró por los hombros, sujetándola por la espalda para enfrentar los rasgos angelicales que tenía. -Estás a salvo conmigo, Amelie.-

Cursed; Draco Malfoy |Traducción|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora