Thirty-Five

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-Tienes permitido abrazarme, ¿sabes?.-

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Amelie estaba parada en la puerta de su habitación en la mansión. Le resultaba extraño estar aquí de nuevo.

El hecho de que ella tuviera el corazón roto la última vez que él la hizo irse hizo que su pecho se hundiera. La pesada persistencia casi hizo que le costara respirar.

Y la verdad de Adrian, estar dos pisos más abajo, encerrado en el sótano, no lo hacía más manejable.

Pero si alguien era lo suficientemente fuerte para esto, era ella, incluso si ella misma no lo sabía.

Las batallas y luchas dentro de tu vida son inevitables, Amelie lo entendió, pero es la forma en que eliges manejarlo, es la forma en que luchas, lo que importa.

Su vista recorrió la habitación mientras entraba. El aspecto era casi como cuando lo dejó, pero no.

Algo había cambiado.

Los libros de los estantes eran nuevos, no viejos ni polvorientos como los recordaba. La pintura de la pared junto a la ventana se mantenía fresca: alguien la había recubierto recientemente y el olor punzante pero satisfactorio llenó la habitación.

No sabía que Draco había hecho pedazos esta habitación mientras la buscaba, que había pasado las noches llorando contra la pared junto a su puerta.

Sus ojos se posaron en la madera, notando el mango dentro de ella, y sonrió.

Esta vez fue diferente.

Esta vez, él no la encerraría, manteniéndola cautiva. Esta vez, ella estaba aquí en sus propios términos.

El pensamiento de Amelie giró directamente al diario que había dejado atrás, y corrió hacia la cama, cayendo de rodillas mientras metía las manos debajo del colchón, pero nada.

Ya no estaba allí.

El pánico inundó sus venas mientras la registraba: la mayoría de las cosas en su habitación fueron reemplazadas, y la única razón para que fueran nuevas es si alguien hubiera estado aquí, destrozándola.

-¿Estás bien?. -La voz de Draco sonó fuerte detrás de ella. Sacó los brazos de debajo de la cama.

Sus mejillas ardieron por la vergüenza. -Estoy bien. -Mintió, preocupada de que él hubiera encontrado su diario. -Sólo estaba buscando ...-

-¿Esto?. -Él sostuvo su libro frente a él, y ella abrió los labios.

Draco entró en la habitación y cerró la puerta detrás de él mientras ella se levantaba de su posición de rodillas.

-No te enojes. -Apretó la mandíbula. -No te enojes conmigo. Yo solo...-

Amelie dio pasos rápidos hacia él, envolviendo sus dedos alrededor del lomo de cuero. Ella lo miró por un momento mientras él la miraba.

Siempre parecía mirarla.

Incluso si supiera que él había estado invadiendo su privacidad, de una manera que la molestaba, no podía molestarse. En lo que respecta a Draco, ella puso toda su confianza en él, y si él sentía la necesidad de leer sus pensamientos ocultos, también debía tener una buena razón.

-¿Simplemente ...?. -Su cabeza se disparó hacia atrás, enfrentando su mirada culpable.

Draco se aclaró la garganta, sus ojos tenían un brillo agonizante. -Necesitaba encontrarte, y como dije, nunca me disculparé por hacerlo.-

Cursed; Draco Malfoy |Traducción|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora