CAPÍTULO 38

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Corté la llamada. Había obtenido su número por mi amigo. Y al conocerlo, sabía que podría utilizarlo para esto.

Caminé por el pasillo, por el mismo que hacía unos minutos atrás, había desaparecido Karla luego de discutir conmigo. Esa vieja bruja, cada vez se volvía más pesada, o puede que yo fuera la que tenía menos paciencia. Ambas opciones eran válidas.

Decidí ir hacia la habitación de Jaseth antes de acostarme en mi cama. No la había visto en todo el día y no había hecho más que extrañarla.

Me quedé apoyada sobre el umbral al descubrir aquella tierna escena. Por supuesto, a él también lo había extrañado.

Marcus se encontraba sentado sobre una silla junto a la cuna de Jaseth, mientras ella, tapada con una sábana de estampado de patitos amarillos que la cubría hasta el cuello, escuchaba a su padre con atención. El chico sostenía Amores Espaciales entre manos, mientras Arthy descansaba en su regazo. Esa gata tenía un favorito en esa casa, y no hacía falta decir de quién se trataba para entenderlo.

Entonces la mujer que había venido de otro mundo se enamoró de un hombre. Un humano y una chica que pertenecía al más allá, a otra galaxia y a otro planeta, nunca podrían vivir juntos, nunca podrían amarse. Pero, el corazón es caprichoso, y puede que esa mujer fuera de otro mundo, pero en todos los mundos, en todas las estrellas, los corazones son siempre los mismos, sin importar tu raza, terrestre o extraterrestre, todos aman igual.

Marcus terminó de leer el capítulo, e hizo amague de cerrarlo, pero Jaseth lo detuvo. Pues, al parecer todavía no tenía suficiente sueño y podía aguantarse un capítulo más de esa asquerosa novela.

— Papi... papi... — eso significaba que siguiera leyendo.

Jaseth había aprendido a decir Papi en los últimos días, y por supuesto, mientras con esa simple frase era capaz de hacer que su padre hiciera lo que quisiera por ella, en cambio, a mí me tenía olvidada, todavía no había aprendido a decir ni mamá, ni mami, incluso me conformaría con un simple má... eso me ponía celosa. Puede que fueran imaginaciones mías, pero sentía como si Jaseth tuviera un padre favorito.

Fruncí el ceño. Y fue cuando Marcus se percató de mi presencia en el lugar. Me miró, sonrió feliz por tenerme allí y volvió a la lectura. Pero su sonrisa, también tenía un matiz burlesco, ya que esa era su manera de recordarme que él era el padre favorito.

— Un capítulo más y ya.

Marcus continuó leyendo un poco más. Jaseth fue cerrando los ojos a medida que pasaban los minutos, ya eran altas horas, y el sueño era más fuerte que una bebé de ocho meses.

Entonces la mujer del espacio lo reconoció, se había enamorado. No, siempre lo había estado, no importaba que su cuerpo estuviera casado con otro hombre, su alma, su corazón, seguían perteneciéndoles. Al reconocer que amaba al científico, se entregó de corazón, decidió amarlo con todas sus fuerzas. Ya no se ocultaría más, ya no se resistiría más... ya no perdería más tiempo. Y así, no sólo amó con el corazón, también lo hizo con el cuerpo que no le pertenecía. Primero perdieron las ropas, estas cayeron al suelo hasta quedar completamente desnu... — Marcus apartó la vista del libro de repente —. Esto no son cosas que debería escuchar una bebé.

Por suerte, Jaseth ya se había dormido a mitad del capítulo.

Al comprobar que estaba dormida, volvió la vista al libro con algo de curiosidad, por la sonrisa picarona que colocó, supe que estaba continuando la lectura en silencio para él mismo.

— ¿Está interesante? — le pregunté con obvias intenciones de molestarlo.

Marcus apartó la vista de las hojas y me envió una mirada cargada de burla. Cerró el libro, y salió al pasillo conmigo y con Arthy en brazos, cerrando la puerta detrás, para que nuestra conversación no despertara a nuestra hija.

FLASHBACK IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora