CAPÍTULO 55

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Mi corazón se estrujó de manera dolorosa, cuando me hallé frente a la entrada.

No me había detenido, después de salir del cine, fui directo a mi casa. Ni siquiera fui consciente en todo el camino, estaba perdida como en una nebulosa mental, repitiendo el incidente del ascensor en mi cabeza, una y otra vez. Así que fue como un golpe de realidad cuando la piel de mi mano sintió el choque frío del picaporte.

La puerta se abrió levemente, mostrando una luz proveniente de su interior. Mis pies se quedaron en el lugar, como si hubieran sido cementados a la entrada.

Mi aliento tropezó sobre mi boca, cuando fui consciente que tendría que enfrentar a Marcus, pero, ¿cómo? ¿Sería capaz de mirarlo, hablarle y besarlo como si no hubiera pasado nada?

No, no podría hacer eso. Tenía que enfrentarlo, decirle la verdad. No podía actuar de la misma manera que siempre, lo había prometido.

"Sólo quiero que hables conmigo antes de decidir algo por tu cuenta, y que ya no me ocultes nada", esas habían sido sus palabras, y yo había accedido a ellas.

Marcus estaba dispuesto a compartir la carga de mis demonios, y si no quería que estos despertaran una vez más, tenía que ser sincera, dejar de mentir...de ocultar todo lo que no me convenía con una mentira.

— Todo tiene solución si se habla — mascullé, luego de lanzar un pequeño suspiro que me llenara de valor. Tenía que convencerme de ello para poder enfrentar al chico que me esperaba dentro de la casa.

Actúa con naturalidad, me dije mientras daba el primer paso dentro de la casa, y, así, ya no pude detenerme hasta la sala principal.

A la primera que vi fue a Jaseth, que, sentada en la alfombra, junto a una Arthy durmiente, jugaba con un auto de juguete, haciendo que pisaba a una muñeca y la mandaba al hospital... Mmm, sus juegos eran algo sádicos para una niña de un año recién cumplido.

Mi hija al verme soltó el arma con el que había asesinado a la muñeca, y se levantó de la alfombra para correr a mi encuentro.

Alcé a la niña y la abracé contra mi pecho. Sintiendo como mi corazón se llenaba de ternura por la cálida bienvenida, y así, logré olvidarme momentáneamente de mis problemas de adulto. Pero fue sólo un momento, porque cuando mis ojos hallaron a Marcus, las imágenes de Caleb arrebatándome un beso, volvieron a mi mente como una apuñalada veloz.

Tuve que dejar a Jaseth en el suelo, ya que sentí que mis brazos se debilitaron.

Un Marcus sentado sobre el sillón, con la laptop prendida frente a él, realizando algún plano para su trabajo, me devolvió la mirada, con una enorme sonrisa en los labios. Él también se alegraba por mi regreso.

Un nudo se alojó en mi garganta, sintiéndome sumamente culpable por lo sucedido. Unas apremiantes ganas de llorar me asaltaron, pero las retuve. Sólo quise un poco de consuelo, incluso aunque debiera dármelo la propia víctima.

Oculté el carcomen de la culpa, con una sonrisa que lució de lo más natural. Caminé hasta el espacio libre del sillón y me recosté allí a lo largo, colocando mi cabeza sobre su regazo.

Apreté mis parpados con fuerza, luchando contra aquella fuerza que me humedecía los ojos como ácido.

No llores.

No llores.

— Bienvenida — me saludó acariciando mi cabello suavemente, y su ternura me supo cálida.

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