CAPÍTULO 16

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Abrí los ojos de manera lenta, al sentir todo el cuerpo con contracturas. ¿Dónde diablos había dormido? ¿Sobre un ladrillo?

Fruncí el entrecejo al no reconocer dónde me encontraba. Pues, las luces estaban apagadas y no podía ver mucho de mi alrededor.

Me incorporé cuando sentí ruido de cubiertos a unos metros de distancia. Mi vista se acostumbró a la luz tenue de un velador, entonces comprendí donde me encontraba.

— Al fin despertaste.

Abrí los ojos a un punto que me dolieron los párpados. Esa no era la voz de Marcus.

Me llevé una mano a mi regazo, descubriendo que estaba tapada con una sábana.

— ¿Qué sucedió? — pregunté de manera confundida, mientras Caleb continuaba con su tarea de preparar café.

— Te dormiste pasada la medianoche, y como te veías tan cansada, no quise despertarte — ahora entendía el dolor en mi cuerpo, dormir en un sillón no era para nada cómodo u ortopédico. Caleb se detuvo un momento para pensar sus palabras —. Lo siento, ¿debí despertarte?

¡Diablos, Caleb! ¡Por supuesto que debiste hacerlo!, eso era lo que quería decirle, pero cuando vi su carita de perrito arrepentido, no pude hacerlo.

— No te preocupes — dije en cambio, pero, al mismo tiempo, buscaba mis cosas por la habitación de manera veloz y alocada.

Caleb se acercó a mí con dos tazas de café, una en cada mano. Las depositó sobre la mesa de centro y me miró de manera curiosa.

— ¿Te vas tan rápido? ¿No quieres tomar café?, ¿por qué no desayunas?, luego puedo llevarte desde aquí al trabajo. Iremos juntos en mi auto.

— Lo siento, es que... — ¿Qué? ¿Qué podría decirle? ¿Qué mi exnovio que todavía vive conmigo seguramente se enfade por no volver en toda la noche? ¡Esto sólo empeoraba las cosas!, no quería ni imaginarme la cara que pondría al aparecer por nuestra puerta de entrada. ¿Qué habrá pensado de mí? ¿Se habrá preocupado o enojado?... ¿Habrá llorado? ¡Dios!, los nervios estaban ocasionando cortocircuitos en mi cerebro, ya que no podía dejar de temblar — mi bebé — dije —, quiero verlo antes de ir a trabajar de vuelta — esa era parte de la verdad. Si iba al trabajo desde aquí, no volvería a ver a Jaseth hasta la noche, cuando era el horario de salida en la editorial.

— Entiendo, pero, por favor, desayuna, aunque sea. Luego te llevaré a tu casa.

— Está bien — accedí cuando comprendí que Caleb no me dejaría marchar de inmediato.

Lo único que pude hacer, fue tomarme el café a la velocidad de un correcaminos. Incluso, me atraganté un poco con él, pero sólo necesité toser un par de veces y continué con mi tarea de desayuno express. Muy express.

— ¡Listo! — anuncié golpeando la taza vacía sobre la mesa. Caleb me miró de manera extraña y luego dejó escapar una carcajada tenue.

— Bien — asintió mientras tomaba las llaves de su auto. Las lanzó al aire intentando parecer genial, pero falló miserablemente, sus dedos erraron las llaves y estás cayeron en línea recta sobre sus pies.

Mi jefe intentó mantenerse impasible, recogiendo las llaves en un movimiento grácil y veloz, demasiado tarde, había visto su estúpido fallo y no podía evitar reírme de él.

— Bien — intentó parar mi ataque de risa —. No fue tan gracioso — me miró fijamente, que me mirara así sólo ocasionaba que mis risas se volvieran más fuertes e incontenibles — ¿O sí lo fue?

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