Miré a Marcus, esperando su reacción. No sabía que esperar de su parte y me intrigaba descubrirlo. ¿Saltaría a mis brazos? ¿Me besaría de repente? ¿Me diría algo sumamente tierno y romántico como era su fuerte?
Mi chico se mantuvo en silencio, mirando el anillo en mi dedo como si fuera alguna visión fantasiosa que no podía creer que fuera real. Sí, era difícil de creer para él, pero era real, ¡muy real!, había deslizado la alianza por mi anular, y ese simple gesto bastó para que entendiera cual era mi respuesta para él. Lo había elegido a él, no... nunca tuve que elegirlo, porque muy dentro de mí, siempre supe que el único que estaba en mi corazón era Marcus.
Mi corazón se estrujó con culpa y dolor cuando la primera lágrima escapó de la mirada de Marcus, rodando mejilla abajo. Él se intentó cubrir los ojos con ambas manos, intentando ocultar el llanto que comenzó como un signo de su emoción desbordante. Mi cuerpo se movió de manera involuntaria, como si fuera arrancado desde su raíz por una fuerza externa, que me arrastró, me imantó hacia Marcus, pues, ver su imagen rompiéndose, tan frágil, mostrando todo lo que había estado guardando hasta el momento, me hizo sentir un instinto protector, de querer rodearlo bien fuerte y repararlo allí mismo. Era egoísta y ególatra pretender ser la única capaz de romperlo y de repararlo al mismo tiempo.
Mis manos se ciñeron sobre él, y no tardé en acunar su frente contra mi pecho, mientras lo rodeaba con ambas manos en un gesto guardián. Marcus se vio con la licencia de llorar sobre su propio polo sin vergüenza, se dejó llevar por las lágrimas y sacó todo lo que tenía estancado en el corazón a manera de un lamento prolongado y escabroso.
Marcus respondió mi gesto rodeando fuertemente mi cintura con ambos brazos.
— Lo siento... — le dije, convencida que debía disculparme, pues había estado equivocada todo este tiempo — lo siento por no creer en ti — y nunca había sido tan sincera en mi vida.
— Yo... — su voz salió algo apagada por encontrarse obstruida contra mí.
— Lo sé, sé que nunca me fuiste infiel. Ahora lo sé.
Acaricié su cabello castaño claro, entre mis dedos, intentando calmarlo mientras sentía en mis yemas los temblores de su cuerpo, rezago de su llanto.
Mi chico se fue calmando lentamente, sus lágrimas se secaron de su piel paulatinamente, al mismo tiempo, que su respiración fue recuperando el ritmo normal.
Por cierto, amaba pensar en él como mi chico. Era mío, al fin.
Le sonreí cálidamente cuando escurrió sus ojos por encima de mi pecho. Tenía la esclera enrojecida y el verde del iris brillante por la humedad.
— ¿Cómo lo sabes? — preguntó, le parecía difícil de creer que después de desconfiar de él tanto tiempo, por fin había decidido creerle — ¿Por qué ahora has decidido creerme?
Sentí miedo de confesarle cómo había conseguido la verdad. ¡Sí!, Marcus sabía bien de lo que era capaz y de que no era trigo limpio, pero siempre sentía que jugaba en los límites, ¿y cuál era el de Marcus?, ¿hasta dónde podía actuar sin que él me juzgara?, ante ese miedo, y que la verdad llevara al rechazo, decidí, no mentir, sino más bien ocultar algunas partes de la verdad.
— Lo conseguí de la fuente original — dije.
— ¿J-juno? — escuchar el nombre de la cucaracha de sus labios me trajo un sentido amargo y repugnante a la boca.
— Sí, ella me lo confesó — por supuesto, no le dije cuáles eran las circunstancias que la empujaron a realizar dicha confesión, pero no había mentido al hablar de su autor. Pues, era la misma cucaracha que me había confirmado que era verdad lo que Marcus contaba sobre ese día.
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FLASHBACK III
Romance*ADVERTENCIA* Esta historia es la tercera parte de "FLASHBACK". Puedes encontrar las precuela en mi perfil.