Estaba sentada sobre la computadora, revisando los últimos e-mails que habían llegado a mi correo de trabajo. Gracias al presidente, estos no eran muchos, ya que había decidido reducirme el trabajo para que pudiera tener tiempo para organizar mi boda.
Sí, estábamos a tres días solamente.
¡Y yo aún no le había contado a Marcus!
Presioné el enter con demasiada fuerza, descargando mis frustraciones con la pobre tecla, que nada tenía que ver.
Apoyé el codo sobre el escritorio y mi mejilla sobre la palma. Miré por encima de la pantalla de mi computadora.
El escritorio que le pertenecía a mi jefe estaba vacío, por suerte. Había tenido que acercarse a otro departamento para ayudar con un nuevo proyecto en la editorial, y a falta de personal, lo tenían trabajando el doble.
Suspiré de alivio al no tener que compartir la habitación con Caleb. Pues, desde ese incidente en el ascensor, lo había estado evitando.
Yo había puesto todo de mí para que el lugar de trabajo no se sintiera incómodo, pero claro, huir y evitarlo, no podía ser para siempre. En algún momento íbamos a volver a cruzarnos, y yo sabía que no podría esquivarlo para siempre. Como esa misma mañana, que, mientras ingresaba a la editorial, me había encontrado con el susodicho, en medio del pasillo.
— Hola, Diana, ¿crees que podríamos hablar...?
— ¿Qué?, ¡Ya voy Soledad! — dije dando medio giro, como si su pregunta no hubiera llegado a mí, y caminé en la dirección contraria, yendo al encuentro de mi compañera — ¿Decías?
— ¿Qué?, yo no te llamé... — dijo ella. Por supuesto que no me había llamado, sólo la había usado de excusa para escapar. Lo siento, Soledad.
— ¿Ah?, ¿no?, podría jurar que sí..., bien, entonces iré a la oficina a continuar con el trabajo.
Caminé hacia el ascensor, procurando que mi visión no se encontrara, por nada del mundo, con Caleb. Pude percibir su mirada sobre mí y sus intenciones de reanudar la conversación que había muerto en un segundo.
Y por supuesto, elegí las escaleras, antes que el ascensor de la editorial, ya que había desarrollado una especie de fobia hacia él, pensando que podría volver a ponerme en otra situación embarazosa y complicada, y ya tenía suficiente.
Ascendí escalón por escalón, con el corazón todo loco y el rostro acalorado.
Volví mi mente al presente, y vi mi propio reflejo en la pantalla de la computadora, que ahora estaba apagada.
Antes de que mis pensamientos pudieran traicionarme una vez más, sentí que Soledad corría la silla en el escritorio vecino.
— La reunión está por comenzar — me anunció.
— Sí...
Ambas caminamos por el pasillo, en dirección a la sala de reuniones, hablando sobre el trabajo y lo cansado que era, incluso chismoseamos un poco sobre otros compañeros, ya saben, lo normal.
Ingresamos a la sala para participar, y no fue la gran cosa, se trataba de una reunión del personal de la editorial, debíamos asistir más por compromiso que por en verdad querer hacerlo. Más que buscar soluciones, nuestros compañeros ocupaban esta hora para quejarse del presidente y de lo exigente que resultaba ser.
— No es que sea exigente, es que él es muy vago e inútil... — le dije a Soledad en un susurro y ella rio a causa de mi comentario. Nustro compañero siguió quejándose, sin percatarse que nos estábamos mofando de él y de su incompetencia.
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FLASHBACK III
Romantik*ADVERTENCIA* Esta historia es la tercera parte de "FLASHBACK". Puedes encontrar las precuela en mi perfil.