Cuando salió y cerró la puerta. Me sentí desfallecer. No sabía qué tenía planeado, pero sabía que no podía ser nada bueno, la conocía bien para saber que su manera de arreglar las cosas nunca había sido la más convencional, ni la más correctamente moral.
Temía, temía muchas cosas.
En primer lugar, siempre había sentido miedo de que esos demonios que hacían parte de Diana, en algún momento se apoderaran de ella por completo. ¿Y si se arrepiente de lo que está por hacer? ¿Y si se deja absorber y pierdo a Diana para siempre?
No, Diana nunca permitiría que eso pase.
Y mi segundo miedo residía en la respuesta que me había prometido darme. Sí, sé que yo le pedí que me la diera, pues, no podía seguir viviendo en la incertidumbre de manera permanente. Mi corazón dijo basta, y yo debía obedecerlo si no quería morir por dentro. Jaseth tampoco se merecía esto, ella merecía una familia de verdad.
Por supuesto, nunca dejaría de amarla, a ninguna de las dos, sin importar cual fuera su respuesta. Pero por eso mismo, dolía aún más la antesala a conocer su corazón. Era doloroso y mi cabeza no dejaba de maquinar, en todo momento, pensando en las posibilidades y en lo que sería de nosotros.
Era pesimista, pero sólo podía ver un futuro en el que ella me rechazaba.
Luego, mi estómago se revolvía con rabia al pensar en su jefe, era un buen partido, así que entendía que estuviera confundida. Pero no podía culparlo a él por ser un buen candidato, la culpa era sólo mía por no saber llevar bien nuestra relación y ser tan pasivo al punto de que nuestro amor se resquebrajara a este punto, en el que se escapaba por mis dedos, siendo, con cada segundo, más difícil de contener. Así sentía como Diana se alejaba de mí, se escapaba de mis dedos, para acercarse, cada vez más, a ese tal Caleb.
¿Qué había hecho mal?... no, mejor dicho, ¿qué más debí hacer para arreglar esto?, era un inútil al dejar todo en manos de Diana, sin poder hacer nada más, sabía que ella me prohibiría interferir en lo que fuera que estuviera planeando, porque era evidente que la detendría.
Me senté en el living con mi laptop, pero no pude concentrarme en mi trabajo, por más que lo intenté. Creí que, si intentaba adelantar mi trabajo, podría despejar mi mente un momento, gran error, no podía sacarme a Diana de la cabeza.
No importaba cuánto intentara apartar esos pensamientos negativos, pues, las cosas nunca habían ido bien con Diana, así que no me extrañaría que su respuesta fuera negativa. No, iba a ser negativa, estaba seguro.
Sentí un cálido cosquilleo pasearme por los labios al recordar como estos habían tocado los de Diana sobre el umbral de la puerta, antes de su salida.
Ese... había sido nuestro último beso. Hubiera deseado que dure un poco más, con unos segundos me hubiera conformado, ya que no podía hacerlo eterno, ya que no podía quedarme a vivir en sus labios.
Cerré la computadora y me apoyé contra el respaldar del sillón, llevando mi cabeza hacia atrás, hasta mirar al techo.
Diablos, no podía calmarme, y la espera me estaba matando.
¿Qué sucedería conmigo después de este día? ¿Después de que lo nuestro acabara de verdad y para siempre?, sabía que esta vez las cosas terminarían en serio, y ya no habría más chances, ella elegiría a otro hombre. Y no había manera que yo pudiera detener ese destino. La vería frente a mis ojos como tomaba otro camino distinto al mío y se aferraba a la mano de alguien más.
Me tapé el rostro con ambas manos cuando cayeron las primeras lágrimas.
¡Dios!, ¿por qué era tan difícil?
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FLASHBACK III
Romance*ADVERTENCIA* Esta historia es la tercera parte de "FLASHBACK". Puedes encontrar las precuela en mi perfil.