— ¿Estás bien? — me preguntaba Marcus desde la puerta del baño.
Y no, no lo estaba. Jaseth se había hecho de lo segundo y manchado ¡literalmente hasta la nuca!, y yo, de manera torpe me había manchado la mano con... con ¡mierda!
— Dios, ¡nunca me acostumbraré a esto! — dije con la cabeza a centímetros del inodoro, sin poder parar de llorar.
— ¿Cómo una cosa tan chiquita puede cagar tanto? — dijo Marcus sosteniendo a la bebé entre sus brazos, y esta reía a su interacción, como si fuera inocente de cualquier pecado. Ni siquiera me había dado cuenta en qué momento la había limpiado ya que yo estaba muy ocupada devolviendo el estómago dentro del retrete.
Me senté sobre el suelo y apoyé la nuca sobre la pared. Limpié el sudor de mi frente con el dorso de mi mano. Intenté apartar el recuerdo de esa cosa olorosa y viscosa pegada en mis dedos o sino volverían las náuseas.
— ¿De qué te ríes? — le dije a Jaseth, la cual reía a carcajadas — Tu mami está así por tu culpa.
— No la retes, no es su culpa — Marcus le dio un beso en las mejillas regordetas de la bebé —. Seguramente es tu leche materna la que es de mala calidad.
Levanté las cejas a modo de interrogación.
— ¿Perdón?
Marcus lanzó una carcajada y salió del baño con Jaseth en brazos.
Me aseé rápidamente para sacarme el sudor de encima y el mal sabor de boca. Mi picó la nariz al llegarme un aroma a comida de la habitación.
— Pedí comida casera — dijo Marcus mientras colocaba lo comprado sobre la pequeña mesa que estaba contra la única pared libre —. Comer tanta comida chatarra y precocida te está haciendo mal, talvez por eso tu leche le cae mal a Jaseth — entorné los ojos a manera de amenaza. Ya lo entendía, Marcus se estaba burlando de mí. Entendía que a falta de espacio y una cocina hubiera estado comiendo sólo porquerías durante el último tiempo, pero esa no era razón para burlarse... o mudarme, la cual era su verdadera intención detrás de sus palabras —. Extraño tanto cocinar — aquí venía de vuelta —. En nuestra — otra vez con que nuestra — casa hay una enorme cocina, imagínate todo lo que podríamos comer si aceptaras ir a viv...
— Es suficiente — lo paré sentándome en una de las sillas, con algo de dificultad a causa del reducido espacio —. Ya hemos hablado de eso. Y tienes suerte de que te deje quedarte en mi casa. Prácticamente eres un ocupa.
Marcus sonrió y se sentó a mi lado en la otra silla, después de dejar a Jaseth sobre la cuna.
— ¿Esta tarde tienes trabajo? — pregunté de repente mientras daba un bocado a la comida comprada. No quería admitirlo, pero estaba deliciosa, era mucho mejor que esas viandas con sabor a plástico.
— No — me respondió de inmediato, comiendo de su ensalada.
— Ah, qué bien. Entonces, ¿puedes cuidarla de las cuatro a las seis, más o menos?
Marcus me miró de manera extraña. Seguramente podía adivinar desde la pequeña distancia que nos separaba, que algo tramaba.
— Sí, por supuesto, pero... ¿qué tienes que hacer esta tarde?
Me quedé un minuto en silencio, analizando su pregunta. Cualquiera pensaría que Marcus se había vuelto controlador y que seguramente me prohibiría a continuación salir, pero no, no se trataba de eso. Marcus me conocía tan bien, que podía interpretar en mis palabras, en mis gestos e incluso en el tono de mi voz, si estaba tramando algo. Era como si tuviera un detector que le avisaba cuando uno de mis demonios se salía de su jaula.
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FLASHBACK III
Romance*ADVERTENCIA* Esta historia es la tercera parte de "FLASHBACK". Puedes encontrar las precuela en mi perfil.