CAPÍTULO 9

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Al día siguiente, me presenté a trabajar, más rígida que una estatua de piedra. Pues, ahora que era consciente de que mi corazón estaba vacilando y quería jugarme una mala pasada, temía encontrarme de frente con Caleb, y que toda mi determinación fracasara al instante. Temía que al verlo... fuera revelada la verdad de mi corazón.

Pero por suerte, a la primera persona que me encontré más bien llegué a la editorial, fue a la asquerosa cucaracha.

— Juno, querida — la llamé antes de que se escapara. Ella tembló un poco del miedo, pero acudió a mi llamado —. Desde hoy comenzamos a trabajar juntas.

Y sonreí. Le mostré los dientes en una sonrisa amplia y espeluznante. Vi como Juno pasó saliva, y eso me alegró, todavía seguía siendo el mismo insecto pequeño y cobarde de siempre.

Esta cucaracha estaba dejándome la tarea de joderle la vida muy fácil.

Iba a decir algo más, pero el ruido de unas cosas cayendo me interrumpió.

Juno y yo volteamos a ver qué sucedía.

Nos encontramos unas carpetas y lápices en el suelo, junto a los pies de un avergonzado Caleb. Al parecer había tirado esas cosas del escritorio.

— ¿Está todo bien, señor? — le preguntó Juno y ambas lo ayudamos a levantar el desastre que había hecho.

— Sí, sólo tropecé con el escritorio y...

Cuando quisimos volver a colocar las carpetas sobre el escritorio, este se movió de manera brusca, causándome un pequeño susto de sorpresa. Caleb se había golpeado la frente con él al intentar ponerse de pie.

— Mierda... — se quejó tapándose la zona golpeada con una mano.

Yo no pude evitarlo, y me reí por lo bajo, en cambio, Juno se vio verdaderamente preocupada.

— ¿Se siente bien, señor? Usted no suele ser tan torpe. Tal vez está enfermo...

— No, estoy bien, sólo un poco distraído. Gracias por tu preocupación, Juno. Por favor puedes encargarte de esto — le dijo volviendo en sí y luego le entregó un par de hojas coloridas —, necesito tres copias de cada portada. Son para la reunión de las cinco.

— Sí, las haré ahora mismo — dijo y salió corriendo de la habitación. Supuse que en realidad no corrió por estar muy entusiasmada por sacar esas copias, sino que sólo aprovechó la ocasión para escapar de mí.

Quedamos los dos solos en la habitación, lo que hizo que me pusiera nerviosa al recordar mi conversación con Jeremy, el día anterior.

Diana, no pienses en cosas extrañas.

Intenté buscar un tema de conversación, ya que el silencio, cada segundo, se volvía más incómodo.

— ¿En serio no eres torpe? — le pregunté de manera curiosa, Caleb me miró avergonzado. Dios, ¿no pude buscar algo mejor para preguntar?, a este paso me hundiría sola... pero, talvez no era tan mala idea provocarlo un poco y saber hasta dónde era capaz de llegar. Era una manera de tantear el terreno de batalla y probar mis posibles ases — Nunca lo hubiese creído — bromeé, puede que me estuviera pasando con un superior, pero sabía que él no me regañaría por eso. Lo tenía atrapado en mis redes.

— Generalmente no lo soy — me respondió mirando hacia el escritorio mientras fingía leer algo escrito en una de las carpetas.

— ¿Entonces? — insistí, mientras sonreía con malicia.

Caleb dejó de jugar con esas hojas, suspiró derrotado y me miró fijamente.

— Es por una razón absurda...

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