CAPÍTULO 54

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El silencio nos rodeaba y consumía, tanto, que sentía el palpitar de mi corazón ampliado, como un tambor, rebotando en mis oídos. Comencé a marearme, ya que ese golpeteo se me hacía confuso, como única alternativa, intenté concentrarme en el sentido de la vista.

Mis ojos tardaron unos minutos en poder acostumbrarse a la oscuridad, y, así poder captar el contorno de las figuras que nos rodeaban. Miré hacia mi derecha, allí hallé el perfil de Caleb, desentonando gracias a la poca luz que entraba por la rendija del exterior. Intenté apartar mi mirada y concentrarla en la nada oscura. No estaba segura si él podía verme mirándolo, pero no quería arriesgarme.

Me puse alerta cuando escuché que el chico a mi lado se movió, e incluso se aclaró la voz nerviosamente.

Volví mi vista a él y lo vi llevarse ambas manos al rostro y refregarlas allí en un gesto lleno de vergüenza. Entonces, entendí que él estaba tan nervioso como yo lo estaba, por encontrarnos los dos encerrados.

— ¿Es cierto...? — preguntó de repente. Su voz salió dubitativa, como si tuviera temor a formular aquella pregunta — ¿Vas a casarte con el padre de tu hija?

No supe qué responder. Sólo pude pasar una bola de saliva, que me supo dolorosa, por mi garganta. El mutis me sobrevino, y las palabras me fueron imposibles. No sabía qué decir. Él estaba haciendo una pregunta, para una respuesta que había escuchado hacía una hora atrás. Él ya lo sabía, él ya sabía la respuesta, sin embargo, llevado por algún impulso masoquista, parecía querer hacerse daño una vez más, y otra, para escuchar de mi boca que así era, que todas sus posibilidades y esperanzas se perdían por fin y para siempre.

— ¿Sabes? — continuó, ya que yo no le respondí — Ya lo sabía, lo había escuchado en la oficina... pero no quise creerlo, guardé esperanzas, como un idiota de que se tratara de un error o de un rumor mal difundido. Pero... hoy, lo escuché por tu propia boca.

— Yo, lo sien... — iba a disculparme, pero al final no lo hice. Me arrepentí a último momento, dejando la frase inconclusa. ¿Por qué debía disculparme?, yo no estaba haciendo nada malo, sabía que, por primera vez, estaba haciendo las cosas bien. Nunca había estado tan segura de que esto era lo correcto. Marcus era el correcto. Siempre lo fue —. Es cierto — cambié las palabras que quería decir. Me supieron dolorosas, tanto para él, como para mí. Pero tenían que ser dichas —. Es cierto, voy a casarme con él.

— Pero... no lo entiendo. Siempre te creí una chica inteligente. No entiendo cómo puedes volver con el hombre que te ha hecho tanto mal — lo miré de manera curiosa. ¿De qué estaba hablando? — ¿Lo recuerdas?, en tu entrevista dijiste que él las había abandonado a ti y a tu bebé. ¿Por qué ahora confías en él? ¡He visto esto un montón de veces!, ¡nada asegura que no volverá a hacerlo!... por favor — Caleb se volteó en mi dirección, y no estuve segura si él podía verme como yo lo hacía, pero sus dedos encontraron mis brazos, los sujetó en un signo suplicante, como si intentara hacerme entrar en razón —, abre los ojos. No le hagas esto a tu hijita y a ti. Él no te merece.

Abrí la boca con sorpresa. Entendiendo todo. Había mentido tantas veces en mi vida, que a veces se me olvidaban muchas de ellas. Y este era uno de los casos.

Bajé mi mirada, como si esta me pesara. Mi alma, mi mente entera estaba perdiendo fuerzas. Caleb me soltó levemente, liberando, un dedo a la vez, la piel descubierta de mis codos.

— Por favor, recapacita ahora, antes de que sea tarde — dijo, en un hilo de voz. Se lo oía más calmado, pero su petición seguía guardando la misma gravedad de antes. Caleb realmente estaba convencido de que necesitaba ayuda —. Antes de que puedas arrepentirte. Por favor...

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