CAPÍTULO 17

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Giré el picaporte, planté una enorme sonrisa alta en mi rostro, esas que dicen "aquí no pasó nada" y me adentré en la habitación.

— ¡Ya llegué! — anuncié, de manera estúpida, sin saber que más decir.

Mis ojos pasearon por la pequeña habitación hasta encontrarlos. Marcus estaba en el sillón con Jaseth sentada sobre su regazo. Ambos miraban un programa de niños en la notebook.

Era ese horrible programa de una cerda deforme, yo odiaba que lo viera, pero era el único programa que lograba calmar su llanto. Supuse que Marcus usó esa técnica para calmar a Jaseth.

¿Por qué...? ¿Por qué lloraba Jaseth?

Un nudo se alojó en mi garganta al pensar que seguramente la razón de su llanto pudo haber sido mi ausencia. Mi bebé nunca había pasado tantas horas lejos de mí.

Cuando Jaseth escuchó mi voz, alejó su vista de la computadora y comenzó a llorar mientras extendía sus manitos en mi dirección.

Caminé hasta ella y la tomé de los brazos de su padre, quien me dejó tomarla sin ninguna queja, pero, en todo el proceso, esquivó mi mirada. Tenía los ojos clavados en la pared contraria para no verme al rostro.

Pasé saliva.

Estaba enojado conmigo.

— Está bien, mi niña — le decía a Jaseth mientras le sobaba la espalda con consuelo mientras ella se abrazaba a mi pecho con furia, como temiendo que vuelva a dejarla. Era tan pequeña, talvez pensó que la había abandonado. Jaseth, nunca más haré que te sientas así, fui una idiota —. Mami ya está aquí — intenté calmarla.

Jaseth paró de llorar al ver que realmente estaba allí y que ya no la dejaría sola.

Yo estaba parada en el mismo lugar, a los pies de ese sillón, a unos centímetros de distancia de Marcus, esperando a que él volteara a verme. Esperando su regaño, regaño que nunca llegó.

Marcus decide encararme cuando ve que yo no desisto en verlo. No sabía bien que decir, pero sentía que no podía dejar las cosas así, aunque sea, tenía que dar una excusa, decir algo, no sé.

Volví a pasar saliva cuando sus ojos verdes, ahora fríos, me miraron.

Marcus estaba enojado, podía entenderlo sin que lo dijera.

— Yo... — decidí hablar primero, ya que él se mantenía en silencio, pero Marcus me interrumpió de inmediato.

— Genial que ya has llegado — lo miré de manera extrañada mientras Marcus se levantaba del sillón. Lo seguí con la vista hasta el placar donde buscó una chaqueta para abrigarse —. Te estaba esperando. Cuida de Jaseth, tengo que salir.

Caminó hacia la puerta de salida.

¿Qué? ¿Qué diablos estaba pasando?

— ¿A dónde...? — no terminé de preguntar a donde iba, la mirada que me echó me dijo que no estaba en posición de interrogarlo.

Marcus se colocó la chaqueta y salió de la habitación despidiéndose sólo de Jaseth con un beso, a mí, no me miró ni una sola vez mientras cerraba la puerta.

Me senté en el sillón, el cual aun permanecía tibio por el calor de Marcus. Me abracé a Jaseth, sin poder detener las lágrimas.

¿Qué significaba esa actitud por parte de Marcus? ¿No iba a gritarme? ¿A regañarme? ¿A preguntar dónde estuve? ¿No le... interesaba en lo más mínimo?

Dolía. Dolía su indiferencia. Pero también dolía saber que era yo la única que estaba arruinando lo poco que quedaba de nuestra relación.

No debí coquetear con Caleb por teléfono. Tampoco debí ir a su departamento.

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