CAPÍTULO 26

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Estábamos algo apretujados. Mi hombro estaba apachurrado contra la ventanilla y tenía medio trasero sobre el muslo de Marcus. Mientras en el otro muslo se sentaba Jaseth, muy cómodamente. En el asiento vecino estaba Helen, y en el de piloto Benjamín mascando una hebra de paja como buen granjero.

¿Un poco de contexto?, simple: nos estábamos mudando.

Como no tenía muchos objetos en la habitación que trasladar a la nueva casa, nos pareció un poco excesivo contratar un camión de mudanza, así que Benjamín se ofreció a llevar las cajas con mis pertenencias en su camioneta rural. Así que estábamos los cinco, apiñados en la única cabina.

Jaseth reía a carcajadas cuando los cinco saltábamos en nuestros asientos cada vez que una rueda pisaba un bache en la calle. En cambio, yo me sobaba la coronilla, después de darme un buen cocazo contra el techo del vehículo.

Helen reía a carcajadas, se sostenía la tripa con fuerza mientras parecía que moriría a falta de aire.

— ¿Puedes dejar de reírte de mí? — le pregunté enfadada. ¡Era muy bochornoso!

— Perdón... pero no puedo — dijo con dificultad y luego lanzó un alarido.

Fruncí el ceño. En serio, ¿qué clase de amiga era Helen al reírse del dolor ajeno?

— ¿Estás bien? — me preguntó Marcus mientras acariciaba la zona golpeada con algo de preocupación.

— Sí... — dije sin poder evitar hacer un puchero infantil con mis labios.

— ¡Ay! — me quejé cuando nuestros traseros volvieron a despejarse del asiento. ¿Acaso Benjamín no sabía esquivar los pozos del asfalto?

Esta vez Marcus colocó su mano sobre mi cabeza, absorbiendo toda la fuerza del golpe por mí.

— Oh, te hiciste daño — dije inspeccionando los nudillos, ahora colorados, de Marcus a causa del impacto.

— Esta bien — me dijo algo ensoñador.

Mis ojos se encontraron con los de él, y sonreí lentamente, mientras mis mejillas se sonrojaban un poco.

Salí del trance, cuando percibí el rostro socarrón de Helen asomándose por el hombro de Marcus. Sus labios se ensancharon en una sonrisa provocativa y movió sus cejas de arriba abajo de manera pícara.

Se estaba burlando de nosotros.

Bufé, soltando la mano de Marcus, y me giré en dirección a la ventanilla, como si el paisaje me resultara súper interesante.

Jaseth tomó la mano de Marcus y la abrazó contra ella mientras balbuceaba algo consolador.

Marcus sonrió ante la interacción de la pequeña y depositó un beso en su pequeña frente.

— ¿Verdad Jaseth que tu mami es una gran tonta? — hablaba Helen con Jaseth, mientras esta la miraba con curiosidad.

Me giré levemente ante la sorpresa, pero regresé a mi lugar a volver a encontrar a Helen mirándome de manera burlona.

¿Acaso no se cansaba de provocarme?

Si no fuera Helen, mi amiga de tantos años ya hubiera...

Me reía antes de terminar ese pensamiento, y volví a mirar al frente.

Le di un toquecito en la frente a Helen. Ella se llevó la mano a la zona después de un auch.

Helen se rio y yo me contagié de su risa. No tenía necesidad de ser hostil con ella. Era Helen, sus palabras no tenían ninguna maldad, ninguna mala intención. Ella siempre quiso la felicidad de sus amigos, y eso me incluía a mí y a Marcus. Claro, pero eso no le quitaba su personalidad molesta y casamentera. Cada vez que veía algo de intimidad ajena, no dudaba en fastidiarme.

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