Asentí, para demostrar que estaba al tanto de lo que decía, e incluso me parecía una corrección acertada.
El friki se vio alegre al ver que concordábamos de nuevo.
Ambos estábamos sentados a la mesa de mi sala, con un montón de papelerío desparramado ante nuestras narices, mientras tachábamos, reescribíamos y remarcábamos los fragmentos que creíamos pertinentes para incluir en el guion.
La editorial, con la anuencia del autor de Amores Espaciales, había llegado al consenso de suspender la publicación del segundo tomo, hasta que estuviera el guion terminado. Lo que por supuesto, había significado un gran respiro para mí, pues, podía centrar todo mi tiempo e interés en un sólo proyecto.
Así que, hacía unos días atrás, casi al colapso de la locura, por exceso de trabajo, no sólo se había pausado el segundo tomo, sino que también había hablado con el presidente de la editorial y él gustosamente me había otorgado la posibilidad de trabajar desde casa para dicho proyecto.
Y así me encontraba ahora mismo. Sentada a la mesa de mi propia casa, sintiendo el fresco de mi aire acondicionado y los ronroneos de Arthy a la distancia, desde el sillón al ser apapuchada por su dueño Marcus, mientras, de frente tenía la imagen estrafalaria de un hombre de mediana edad, vistiendo de verde marciano, con unos lentes sacados de alguna escena ciberpunk. Había invitado al friki de los aliens para que acudiera a mi casa, así podíamos trabajar ambos en conjunto y cómodamente. Por supuesto, él había aceptado de inmediato. Un ambiente hogareño, era mucho mejor que esa editorial de atmósfera ruidosa y acelerada.
Mientras leía uno de los diálogos, sentí un grave agotamiento mental, a tal punto que debí sostenerme el rostro con una mano, un momento, para no dormirme allí mismo, sobre la mesa.
Miré velozmente el reloj en mi teléfono y dejé escapar un suspiro. Ya estaba agotada y el día recién comenzaba. Este proyecto me había mantenido en vela toda la noche.
Por los ojos entrecerrados que pude deslumbrar a través del lente violáceo de mi compañero, supe que a él también comenzaba a pasarle factura la trasnoche.
— ¿Qué dices si lo dejamos hasta aquí? — le pregunté, pretendiendo que el guion quedara suspendido hasta el siguiente día que decidiéramos reunirnos para continuarlo.
— Me parece bien — me respondió a través de sus gafas futuristas, entornando una media sonrisa —. Ya son varias horas que llevamos corrigiendo sin parar, y siento que si no descanso me quedaré ciego.
Lo miré con una expresión seria. ¿Acaso no sería mejor trabajar sin esos absurdos lentes?, estaba segura que si no los usara todo el tiempo no tendría tantos problemas de vista.
Acomodé el desastre de hojas sobre una misma pila, claro, teniendo en cuenta el numerado. Marcus nos ofreció preparar un café amablemente al ver que nuestro trabajo estaba concluido por ahora. Tanto yo como el friki aceptamos gustosamente su atención.
Aproveché su intervención para retirarme unos minutos a mi antigua habitación, la cual aún permanecía intacta con mis cosas, si bien ya no la usaba, de alguna extraña manera sentía que esta me pertenecía.
Allí, miré nuevamente el reloj en el celular, sacando cuentas mentales.
— Sí, todavía tengo tiempo... — susurré para mí misma.
Di un largo bostezo, sintiendo mi mente pesada. Quería dormir, ¡diablos que quería tirarme sobre mi cama y no despertar hasta mañana al mediodía!, pero no podía.
Agudicé mi oído un segundo. Escuché las voces de Marcus y el friki que aún permanecían en la cocina.
Estando segura que ellos estaban lejos, rebusqué en el fondo de mi placar y extraje una caja envuelta en cinta amarillenta. No tardé mucho en esconderla en el interior de mi mochila, sí, esa que siempre me acompañaba en mis planes y aventuras.
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FLASHBACK III
Romance*ADVERTENCIA* Esta historia es la tercera parte de "FLASHBACK". Puedes encontrar las precuela en mi perfil.