CAPÍTULO 5

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Tenía los ojos bien abiertos y la oreja pegada a la almohada. Esta vez era yo la que le daba la espalda a Marcus.

¿Cómo diablos se supone que podría pegar un ojo como si nada hubiera sucedido después de nuestra conversación?, nadie podría en mi situación.

Sentí a Marcus removerse en su lado de la cama, como si estuviera girando en su mismo lugar.

No pude más con la intriga y yo también me giré. Pasé saliva cuando descubrí que Marcus no estaba de espaldas, no, tenía los ojos puestos sobre mí y me miraba tan fijamente que podía sentir como si en cualquier momento me arrancara de donde estaba y me consumiera entera.

Sus ojos siempre habían sido tan cautivadores, tan fuertes, con sólo verlos me ponía inquieta y débil, como si pudiera desnudarme el alma.

Era de noche, pero las cortinas estaban corridas, lo que hacía que la luz de la luna y las lámparas de afuera se infiltraran y dibujaran levemente el perfil de Marcus. Había poca luz, pero podía verlo todo perfectamente.

— ¿Qué? ¿Qué sucede? — le pregunté de manera baja para no despertar a Jaseth. Decidí ser la primera en romper el silencio ya que Marcus parecía que no iba a decir nada y sólo iba a quedarse allí, mirándome como a algo inalcanzable pero cercano.

— ¿Me amas?

Quedé en silencio. Sus ojos se vieron temerosos. Podía ver que una angustia lo carcomía por dentro.

— ¿Por qué preguntas eso de repente?

— No es repentino. Tú también me lo preguntaste esta tarde.

Era cierto, se lo había cuestionado de manera cobarde y temerosa, creyendo que ya no ocupaba un lugar en su corazón, y a pesar, de que me había asegurado que seguía haciéndolo, no era tan fácil creerle. Juno... ella era el motivo de mi inseguridad.

— Ah, no, mejor no me respondas. Ya lo has hecho antes.

Entorné los labios en un signo de confusión.

— ¿Cuándo?

— Cuando me mudé aquí. Dijiste que ya no te gustaba.

— Cierto, lo dije — recordé mi mentira descarada. Marcus sabía leerme muy bien, excepto cuando se trataba de mis sentimientos hacia él.

Me pregunté qué debí responder en ese momento. Analicé la posible respuesta al ver su rostro melancólico, como estaba tan cerca de mí, conservando la distancia que nos separaba como si hubiera un muro invisible pero impenetrable.

— ¿Sabes?, no importa, no importa si ya dejaste de amarme...

Me quedé de piedra. Mis venas se congelaron antes de llegar a mi corazón, y por un momento pensé que colapsaría allí mismo antes de terminar de escuchar su frase completa.

— Porque no importa cuánto te niegues a aceptar tus propios sentimientos, yo no me rindo tan fácilmente...

Marcus se acercó peligrosamente a mi rostro, tanto que pude percibir como el calor de su piel se mezclaba con la mía. Sentí unas cosquillas nerviosas cuando su nariz casi rozó la mía.

Diablos... estaba malditamente cerca.

— Estoy dispuesto a pelear por lo nuestro, no importa cuanto tenga que molestarte o quedarme en esta asquerosa habitación con olor a humedad, lucharé para recuperar tu corazón, para volverte a enamorar.

— Marcus... — él me interrumpió acercándose aún más. Sus labios rosaron levemente los míos, pero sin llegar a ser un beso.

Todo mi cuerpo se encontraba tenso. Me comenzaban a doler los músculos a causa de poner mi cuerpo rígido. Eso ocasionaba su cercanía en mí.

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