CAPÍTULO 32

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Apreté mis manos con fuerza en mis rodillas, mientras permanecía sentada sobre el sillón de la sala, con Karla, a unos centímetros de mí, su presencia me molestaba, así que preferí ignorarla, como si no hubiera nadie sentado a dos almohadones de mí.

Mis ojos pasearon por la sala, siguiendo a Marcus, quien hablaba con los paramédicos. La ambulancia había llegado a mi llamado, habían acudido un cuarto de hora después, demasiado tiempo se tardaron, si Marcus no hubiera ayudado a Jaseth y todo dependiera de los paramédicos ella ya estaría... ni siquiera podía pensar en la palabra en mi mente sin que se me formara un nudo en la garganta. Era horrible pensar en lo que pudo haber sucedido. Se formó en el fondo de mi boca un nudo de lágrimas al pensar en cómo me había convertido en una piedra cuando Jaseth más necesitaba de mí, y Karla... era una vieja inútil. Si no fuera por Marcus...

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché que Marcus daba por finalizada la conversación con el paramédico y se despedía de él para acompañarlo hasta la puerta.

Me levanté del sillón cuando lo vi volver sólo y sobándose la nuca, en un signo de tensión. Era entendible, mi cuerpo todavía temblaba a pesar de que nuestra bebé ya estaba fuera de peligro. No era tan fácil deshacerse del rezago del miedo persistente en el cuerpo.

— ¿Cómo está Jaseth? — le pregunté acercándome a él, con el corazón palpitante.

— Los doctores dejaron a Jaseth durmiendo en su cuna, dijeron que el episodio la había dejado muy estresada y agotada, que seguramente iba a dormir un par de horas. Está fuera de peligro, pero que de igual manera la vigilemos — respondió Marcus mientras acariciaba mi mejilla suavemente, yo tomé su gesto como uno de consuelo, aunque por el brillo de sus ojos, podía significar algo más.

Lancé un largo suspiro cargado de alivio. Escuchar aquello de los profesionales me traía una gran tranquilidad al cuerpo y a la mente.

Mis ojos se encontraron con la madre de Marcus, quien permanecía sentada en el sillón, pero ahora Karla miraba la escena con los ojos entrecerrados y cargados de una emoción molesta. No entendía muy bien qué le enojaba, si nuestra cercanía o lo que había sucedido con Jaseth, pero no iba a quedarme a averiguarlo, ya que lo que ella tuviera por decir me importaba nada en absoluto.

Giré mis pasos en dirección a la habitación de nuestra hija. Quería verla durmiendo. Quería ver con mis propios ojos que estaba bien, a pesar de que confiaba en las palabras de Marcus y de los paramédicos, necesitaba comprobarlo por mí misma. Pero me detuve antes de dar el primer paso cuando escuché la horrible voz de esa vieja bruja.

— Al final yo tenía razón — sólo de escuchar su voz ya me colocó de mal humor.

Ignórala, Diana, sólo ignórala.

— No eres una buena chica, mucho menos una buena madre. No estás preparada para esto. Es más, ni siquiera haces el intento como corresponde...

Paré sus palabras dándome la vuelta de manera veloz y caminando hasta ella. Karla se levantó del sillón para enfrentarme. Nos miramos a los ojos, fijamente. Era una declaración de guerra. Y yo podía ver en sus ojos los míos, como se reflejaban cual un fuego encendido.

Estaba furiosa. Esta vieja no dejaba de molestarme.

— Es como si no te interesara nada.

— Eres muy valiente al suponer semejante cosa.

— Tengo razones para creerlo. Te dije que la estabas alimentando mal pero no me hiciste caso. Por tu culpa casi se muere — dijo duramente, y yo me crispé al escuchar la palabra "muere", me parecía de tan mal gusto.

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