CAPÍTULO 14

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Mis dedos se movieron de manera nerviosa por la pantalla, antes de atender.

— Hola — pronuncié en un hilo de voz.

— Diana, soy yo, Caleb — contuve una carcajada. Por supuesto que sabía que era él.

— Ya lo sé. Vi tu nombre en la pantalla — lo escuché carraspear del otro lado, seguramente atacado por una vergüenza ocasionada por su torpe saludo, al decir un dato obvio. Me sentí algo culpable de molestarlo, pero era divertido hacerlo y una vez que comenzaba, no podía parar.

Caleb se aclaró la voz, y segundos después, continuó hablando, como si no hubiera dicho una estupidez anteriormente.

— ¿Crees que puedes presentarte en la editorial una hora antes?

Alejé el teléfono de mi oreja para mirar la hora en la pantalla. Todavía faltaba para la hora de ingreso.

Realmente, no quería hacerlo, pero por más que bromeara con él, seguía siendo mi jefe, y no creía que pudiera negarme, sólo porque sí.

— ¿Acaso quieres verme antes? — lo provoqué. Caleb se mantuvo en silencio, durante unos segundos, pero casi podía escuchar su corazón a mil por la línea telefónica, y también, podía adivinar que tenía su rostro, de rasgos masculinos y adultos, todo sonrojado. Seguro, era una obra de arte — ¿No puedes esperar una hora más cómo siempre?

¡Dios, otra vez me estaba pasando!, pero no podía detenerme. Cada vez que hablaba con él, las provocaciones y el coqueteo brotaban de mí como si fuera lo más natural del mundo.

Idiota. Idiota. Idiota.

Caleb se aclaró la voz como por onceaba vez y volvió a hablar.

— Me gustaría decir que es por eso... — mi corazón latió con fuerza — pero la fecha para publicar la segunda entrega de nuestro libro más vendido se adelantó. Todos nuestros proyectos quedan suspendidos hasta esa fecha.

— ¿Eso quiere decir que todos los empleados trabajaremos en esa segunda entrega?

— Exactamente, por eso, estoy llamando a todos para que ingresen antes. Tenemos los días contados antes del lanzamiento.

— Bien — dije —. Me hubiera gustado que me llamaras por la primera razón — dije mientras me mordía el labio interior con los dientes y él tosió como si se hubiera ahogado con su propia saliva, me reí suavemente, era tan torpe que me encantaba molestarlo. ¿Lo que siento por él será simplemente el sentimiento que tiene un brabucón por su víctima o se trataba de algo más?, realmente esperaba que fuera la primera opción, aunque eso me colocara como una estereotipada bully de instituto —, iré ahora mismo.

— Adiós... digo, nos vemos ahora, digo enseguida — me reí y lo escuché maldecir por lo bajo —. Nos vemos — dijo al fin y cortó la llamada antes de seguir exponiendo su torpeza.

Yo bloqué el celular con una sonrisa en todo el rostro. No sabía por qué, pero hablar con ese chico siempre me alegraba el día.

— ¿Con quién hablabas?

Pegué un respingón cuando aquella pregunta me tomó por sorpresa. Me giré como un rayo para encarar al dueño de la voz.

Mi corazón comenzó a latir como loco al ser descubierta justo con las manos en la masa. Pasé saliva de manera dolorosa.

Idiota y tres veces idiota.

— Con mi jefe — respondí y no mentí. Por lo menos no había faltado a la verdad en la primera pregunta, lo que me preocupaban eran las siguientes.

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