EXTRA 1

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Una hora antes del sí, acepto.

Estaba parado junto al altar, esperando la llegada de la mujer que había prometido pasar el resto de su vida conmigo. Tuve que apretar mis manos en un puño detrás de mi espalda, para contener un temblor leve, pero que iba en aumento. No podía estar tranquilo. Diana se estaba tardando más de la cuenta en llegar, mi suegro me decía que era normal que la novia llegara tarde siempre para su boda, pero... cuando se trataba de Diana, nada era normal.

¿Y si se había arrepentido a último momento?

¿Podría esperar algo así de ella?

Me giré levemente para ver al altar, allí, nos tomaríamos de las manos, juraríamos amor eterno, y sellaríamos ese juramento con un beso. No había nada en el mundo que quisiera más que eso.

¿Cuándo supe que quería casarme con aquella chica algún día?, la fecha exacta era imprecisa, pero lo que sí sabía con certidumbre, era que había caído profundamente enamorado de ella, al momento que la vi por primera vez. Y desde ese preciso segundo, en el que mis ojos hallaron su figura, para quedar gravada en mis retinas perennemente, lo supe, supe que no podría sentir nada igual por nadie más. Sólo habría una mujer para mí, a partir de ese momento.

— ¿Señor Coop? — la voz de uno de los asistentes me trajo de vuelta al presente.

Me alejé del altar, sólo unos pasos, para poder captar mejor las palabras del joven trajeado.

— Afuera hay una mujer que tiene invitación, pero no aparece en la lista de invitados. No sabemos cómo proceder en este caso. Nunca nos había pasado.

¿Una mujer que no estaba en la lista?, no lo entendía, ya estaban todos los invitados, y, si mi memoria no me fallaba, había visto y saludado a todos personalmente. No podía figurarme de quién se trataba, quién era esa mujer que había quedado excluida accidentalmente de la lista.

¿Podría ser alguien que había hecho una copia de la invitación pretendiendo colarse en la fiesta?, pensar en esa posibilidad me dio un escalofrío. Pues, había varias personas que no habían sido invitadas, y si querían meterse a la boda a la fuerza, eso sólo podía significar malas noticias.

El nombre de Juno pasó por mi mente. ¿Acaso no se había dado por vencida ya?, ¿pensaba interrumpir o arruinar la boda de alguna manera?

Seguí al empleado hasta la enorme verja, la atravesamos. Mis ojos se abrieron por la sorpresa, al hallar a aquella mujer de la que hablaba el joven.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté, intentando tener bajo control mis propias emociones. Lo que menos quería era que esa mujer arruinara este día.

Pensé que lo más prudente sería mandarla a volar, de vuelta a dónde había salido. No me extrañaría que se hubiera tomado el viaje de vuelta para detener la boda y yo no podía permitirlo, no cuando después de tanto esfuerzo, al fin había logrado llegar hasta este punto decisivo, de convencer a Diana de aceptarme, de dejarse colocar el anillo.

No importaba quien fuera, siempre pondría a Diana y a mi hija sobre cualquiera. Incluso sobre mi madre.

— ¿Cómo te atreves a presentarse a la boda después de lo que has hecho?

Mi madre me mira en silencio unos segundos antes de contestar. Yo también lo hice. Se había colocado un vestido formal, discreto para su edad, pero que exudaba elegancia y finura en cada hilo que lo formaba.

— Vine porque recibí mi invitación... — responde al fin.

— Eso es mentira, yo no envié ninguna invitación para...

— No, sé que no fuiste tú, fue Diana...

Se interrumpió así misma y luego me miró seriamente. Esa expresión de lucha, aguerrida, que había tenido en su rostro durante su estancia en nuestra casa, ya no estaba. Su rostro denotaba, esta vez una expresión tranquila, libre de cualquier signo de venganza u odio.

— La invitación vino acompañada de una carta — explicó —. En ella dice: "Estoy dispuesta a perdonarte... — recitó, como si se hubiera aprendido su contenido de memoria, mientras sostenía el papel, aún doblado, sobre una mano —, si aún estás dispuesta a arreglar las cosas con tu hijo. Sé que lo que hiciste estuvo mal, pero yo también he hecho muchas cosas malas por amor, así que, debe ser porque estar a unos días de mi boda me ha vuelto un poco más sensible, así que aprovecha esta extraña empatía en mí y recupera el lazo con tu familia" — detuvo sus palabras de sopetón, cuando su voz amenazó con fallar a causa de una emoción apremiante. Se secó con los nudillos, una solitaria lágrima que escapó por su avejentada ojera, y luego sonrió temblorosamente —. Tu mujer es algo... especial.

Yo sonreí — Realmente lo es — afirmé en voz alta, y sonreí, entendiendo que Diana se las había arreglado para mandar aquella invitación y la carta en secreto.

Mi anciana madre me miró fijamente, esperando una respuesta más. Ella siempre fue una mujer de pocas palabras. No esperaba una gran disculpa, ni que se echara al suelo a llorar, no, ella siempre había guardado las apariencias de manera artificiosa. Yo quería que dejara era artificialidad de lado, por un momento, y que por una vez me mostrara a la verdadera mujer dentro de sí, esa que era madre y abuela, esa que era humana.

Mi madre comprendió mi silencio como una sentencia, que sólo se revocaría con palabras sinceras.

— Lo siento — comenzó —. Actué mal. Intenté alejarte de ella, diciendo que era una mala mujer, y al final, la única que atentó contra tu hija fui yo. Mi temor, y mi amor por ti me cegó. Creo que en eso nos parecemos... — dijo, y supe que con lo último se refería a Diana —. Por favor hijo, perdóname. Pero... también entenderé si no quieres darme una segunda oportunidad, si así lo prefieres, me daré la vuelta y no volveré a buscarte, ni a ti ni a tu familia nunca más, por más... que esa distancia me hiera el corazón cada día.

Las palabras fueron dichas con un deje tembloroso y adolorido. Estaba arrepentida. Había actuado guiada por un impulso que nunca debió escuchar. Y, en su sinceridad entendí, que nunca más intentaría dañarnos, a ninguno de los tres.

¿Debía darle esa segunda oportunidad que rogaba?

Diana pensaba que sí la merecía, y había dejado el poder de decisión en mí. Me había dado la oportunidad de volver a encontrarme con mi madre, pero una madre más sosegada y natural. Lejos de esa madre recta que siempre conocí.

— Chico — llamé al mozo, que había permanecido a unos escasos metros de distancia —, recibe la invitación de la señora y búscale un lugar en la ceremonia.

— Sí, acompáñeme — le dijo a mi madre. Ella me miraba sorprendida, como si no pudiera creer que había decidido ceder.

— Gracias, hijo — dijo con la voz cargada de emoción, siguiendo al mozo, apretando la carta contra su pecho.

La miré hasta que se sentó en su nuevo lugar asignado por el mozo. Algunos invitados, los más extrovertidos entablaron una conversación con ella.

Todos merecíamos una segunda oportunidad, y algunos... más de dos.

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Aquí el primer extra. En total serán tres. Les diré que algunos acertaron en sus comentarios anteriores sobre lo que trataran los extras, (menos este XD), así que cuando publique los siguientes ya podrán ver quien acertó y quien no.

¿Cuándo los publicaré?, pues, si logro escribirlos durante la semana (que lo dudo mucho, ya que mi facultad me está volviendo loca) los subiré, sino será hasta el sábado que viene.

¿Ya agregaron RACCONTO a sus bibliotecas?, el próximo sábado (12 de junio) subiré el primer capítulo 😱. Así que ya saben, si quieren conocer la historia de Jeremy agreguen Racconto a sus listas y bibliotecas. 😊

Los amo. Nos vemos en la siguiente actualización. ❤️

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