CAPÍTULO 47

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Me sentía incómoda. Sí, eran mis mismos amigos de siempre, pero me sentía altamente avergonzada al ser el centro de atención. Pues, todos estaban interesados en saber qué diablos había pasado entre nosotros las últimas semanas como para volver a estar juntos y esta vez de verdad, nada de engaños o relaciones de mentira.

La primera en saberlo fue Helen, pues, creí que sería menos vergonzoso contárselo por teléfono y no en persona.

— Tengo algo importante que contarte.

— ¿Qué sucede?

Miré hacia atrás antes de contestar, Marcus aún permanecía en nuestra habitación. Así, que caminé de manera veloz hasta la cocina y le hablé en un susurro, temiendo que Karla estuviera por ahí y pudiera escucharme.

— Volví con Marcus... — justo al momento de confesarlo, me percaté que la vieja bruja estaba sentada en el sillón a unos metros de mí, concentrada en su celular. Por su nula reacción, entendí que no había notado mi presencia. Suspiré con alivio.

— ¿Qué? — preguntó, evidentemente no había podido entenderme a causa de mi baja voz.

— Que... volví... con... Marcus... — dije cada palabra de manera lenta, pero aún en tono bajo.

— ¡¿Qué?! — Helen comenzaba a desesperarse del otro lado de la línea al no poder captar mis palabras — ¡No te entiendo nada! ¡Tu celular es una mierda!

Su insistencia terminó por desesperarme a mí también.

— ¡Qué volví con Marcus! — cuando me di cuenta que había gritado me llevé la mano a la boca para acallarme a mí misma. Muy tarde, ya me había oído todo el mundo seguramente.

Volteé hacia el sillón. Karla había levantado la vista de su celular para verme fijamente. Su expresión desencajada no me gustó nada.

Un segundo después, tuve que alejar el celular de mi oído unos treinta centímetros, pues, el grito agudo que se escuchó del otro lado había atravesado mis tímpanos como una aguja filosa y veloz.

— ¿Cómo pasó? ¡Quiero que me lo cuentes todo! — exigía del otro lado, tanto, que pude escuchar su voz a pesar de tener el teléfono a una distancia considerable.

— Mañana haré una reunión para celebrar mi ascenso en el trabajo — cambié de tema de inmediato. Mi rostro era un tomate entero, y no pensaba revelar ninguna información con Karla a unos metros de mí —. Te espero a las cinco en mi casa.

— ¿Qué? Espera... ¿Qué pasó con Marcus? ¿Ascenso? ¡No entiendo nada! — y le corté en un arrebato de pena. Ya le explicaría las cosas mejor en persona.

Y cuando llamé a los demás para invitarlos, estos ya sabían la noticia. No me extrañó que Helen hubiera actuado tan rápido en repartir la nueva buena entre nuestros amigos.

Y así, nos encontrábamos todos en el jardín de la casa, dónde habíamos preparado una mesa con bocadillos. Las conversaciones habían sido algo artificiales y forzosas, por supuesto, mis amigos estaban dilatando los temas lo más que podían, para no parecer muy entrometidos, pero podía interpretar en sus expresiones, que no soportarían mucho hasta que uno hiciera la pregunta que todos querían saber. ¡Se morían de ganas de saber qué diablos había sucedido entre Marcus y yo para que nuestra relación se arreglara de manera tan mágica y repentina!

— ¡Ya no lo soporto! — y sí, Helen fue la primera en tocar aquel tema que había adquirido tono de tabú, al parecer.

Todos pegamos un respingón en el lugar. Incluso a Jeremy se le cayó la papita que estaba por llevarse a la boca. La vio con algo de tristeza como ahora estaba sobre el pasto y se convertía en comida de hormigas.

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