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Andros se encontraba sentado junto a la princesa María, en el banquete se había dispuesto todo para que la pareja fuera vista por todos. Pero Andros no podía disfrutar nada de aquel banquete, su mente, todo pensamiento que pasara por su cabeza, era acerca de la frontera. No lo había podido platicar con su tío, pero en el combate había perdido a cincuenta de sus hombres, muchos de ellos habían crecido con él, habían entrenado y comido con él cada día desde que había nacido. Pero parecía que todo aquello no importaba, solo importaba satisfacer los caprichos del rey y su familia.

La princesa María resultaba ser una mujer muy hermosa, eso era innegable. Pero Andros nunca había hablado con ella nunca, ni siquiera la había escuchado hablar desde que la conoció aquella mañana. Andros tenía la esperanza de que todo siguiera de esa manera, deseaba que el rey viera claramente lo que él podía ver en ese momento, que aquella princesa no estaba para nada interesada en él.

Había comido muy poco de lo que le habían ofrecido, la comida no era de su gusto, pues su tío había ordenado que se cocinara comida sureña, comida con mucho sabor para su gusto, un sabor muy exótico. Pero lo que si había ingerido con abundancia era el vino, la comida del sur era desagradable para él, pero su vino era magnífico.

Lo que más lamentaba Andros era que no había podido hablar con Helena desde que había vuelto, tampoco podía evitar buscarla por el salón, pero no estaba allí.

- Joven Andros - le dijo el rey de la nada, Andros reprimió el deseo de levantarse para retirarse y miró en dirección al rey - dime, ¿Qué opinas acerca de mi hija?.

La pregunta lo tomó por sorpresa, nuevamente tuvo que reprimir un deseo, pero esta vez no de levantarse, tuvo que reprimir el deseo de escupirle en la cara al rey. Vio como la princesa se movía en su asiento, parecía que ella tampoco se sentía cómoda con la actitud de su padre.

- Lamento decirlo majestad - le respondió lo más cortésmente posible Andros - pero no tengo ninguna opinión de una persona a la que aun no logro conocer completamente. Le pido que me pregunte cuando nos conozcamos un poco más.

- Buena respuesta - dijo el rey entre risas - me recuerdas tanto a tu padre, el también hablaba con una cruda sinceridad.

Andros simplemente hizo un asentimiento y volvió a beber de su copa. Pasados unos momentos la princesa se dirigió por primera vez hacia el.

- Mi padre siempre lo compara con vuestro padre - le dijo con cordialidad - ¿Cómo era él?.

El joven simplemente no supo qué decir, nunca nadie le había preguntado algo como eso. Todos en el castillo ya lo sabían. Bebió otro sorbo de vino y miró a la princesa.

- Lamento decir princesa que no tengo respuesta para su pregunta - le respondió pausadamente y en tono muy bajo, no quería que el rey y su tío los vieran hablar - mi padre murió cuando yo tenía dos años y lamentablemente nací cuando él estaba en la guerra. Nunca vi su rostro, todo lo que conozco de él me lo contaron aquellos que lo conocieron.

La princesa se mostró disgustada por la respuesta y le dirigió una sonrisa llena de un sentimiento de lastima.

- Por lo menos tuviste a tu madre, ¿verdad?.

Andros solo le dedico una sonrisa.

- No quiero darle lastima princesa, pero mi madre falleció cuando tenía cinco años, la única familia que tengo es mi tío y su familia.

El banquete continuó, los hombres bebían y comían, las damas se juntaban en pequeños círculos y platicaban entre ellas. Pero Andros seguía sentado allí a la vista de todos y la princesa se había levantado y se había reunido con dos doncellas que habían venido con ella. Aprovecho que el rey y su tío estaban distraídos para levantarse de la mesa y salir del salón por una de las puertas traseras.

El Consorte y La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora