El tiempo que pasó en Las Diez Forjas fue muy disfrutado por María, nunca en todos sus años en la corte de su padre se había sentido tan libre. Podía hacer lo que quisiera cuando quisiera, después de todo era la señora del lugar ahora que los Whitewood se encontraban en campaña. Las únicas responsabilidades que debía cumplir era acudir a las asambleas matutinas, algo que de hecho a María no le desagradó en lo más mínimo, pues era simplemente escuchar cómo los diferentes encargados de variados sectores discutiendo cómo mejorar la eficiencia de la administración del castillo.
Pero el resto del día podía pasarlo haciendo lo que quisiera, siempre era acompañada por Tacia y su hermana, que parecía que aun no lograba adaptarse a estar allí, en el hogar del hombre al que había intentado matar pocas noches antes. La joven, pues resultaba ser más joven que ella, no tendría más de quince años.
Cuando le preguntó a Tacia como habían terminado las dos intentando matar al mismo hombre, ella le contó que cuando eran nada más que unas niñas habían sido esclavizadas por los Glaumos, el pueblo que vivía más allá de las montañas y controlaban toda la costa norte del continente. Según le había contado, ellas pertenecían a una de las tribus que limitaban con el territorio Glaumo, una tribu que había terminado siendo víctima de asaltos, finalmente ellas dos siendo solo unas niñas, junto con muchos jóvenes más fueron llevados. Ellas aseguraban que tuvieron más suerte que los demás, pues habían terminado convirtiéndose en Lobas Glaumas, que eran una especie de agentes esclavas, asesinas muy experimentadas y terminaron siendo compradas por el mismísimo Lanza Sangrienta que al parecer estaba obsesionado con eliminar a todos los Whitewood que quedaban y quería por todos los medios posibles matar a Andros.
Eso verdaderamente la perturbaba, alguien estaba verdaderamente obsesionado con la idea de ver muerto a su esposo y era tal es obsesión que compraba esclavas especializadas únicamente para matar, para conseguir su objetivo. Y lo peor era que en esos precisos momentos deben estar marchando a enfrentarse a ese loco.
- Pero no lo entiendo - le dijo a Tacia que en ese momento acariciaba los cabellos de su hermana que se encontraba recostada en el césped con su cabeza en su falda - ¿Por qué enviar solo a una a la vez y no a las dos?, digo, ¿no tendrían más posibilidades de matarlo si lo intentan juntas?.
- En eso tienes razón, las dos juntas podríamos haberlo matado - le dijo Tacia sin mirarla, estaba más distraída jugando con los cabellos de su hermana - pero no conoces para nada la forma de pensar de ese hombre.
- ¿Qué quieres decir? - le pregunto.
Fue en ese momento que la hermana le respondió.
- Porque él es más brillante de lo que puede parecer, envío a mi hermana primero, bajo la amenaza de que yo aún estuviera en sus manos - le contó la menor de las hermanas aun con los ojos cerrados - luego de que ella fracasará, me dijo que Andros la debía haber matado, por lo cual convirtió mi misión en una venganza personal.
- Pero eso no explica porque no las envió a las dos juntas para que mataran a su objetivo.
- Usted es muy ingenua princesa - le dijo Tacia, esta vez si la miro fijamente a los ojos - el es tan cauto que prefería que fallemos individualmente a que las dos escapemos, aunque las posibilidades de que escapemos fueran mínimas, el no se arriesgaría. Es un hombre muy astuto.
La hermana en todo el tiempo que llevaban juntas nunca le había revelado su nombre y Tacia jamás la llamaba por el mismo, eso desconcertaba a María, pues resultaba que era muy fácil encariñarse con ambas hermanas, había algo en ellas que le agradaban, eran cálidas y muy hermosas. Entendía como un hombre como Ambras, que nunca había visto siquiera de reojo a otra mujer en el sur, solo tenía ojos para esa mujer.
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El Consorte y La Reina
FantasyUn rey busca desesperadamente un esposo para su única hija y heredera Maria, elige entonces al joven Andros Whitewood por sus conocidas cualidades bélicas, para que de esa manera su hija cuente con un consorte fuerte cuando llegue su momento de gobe...