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El combate había sido verdaderamente entretenido, su oponente se movía ágilmente y sabía cómo manejar la espada. Pero como era muy normal en los luchadores sin experiencia verdadera, intentaba movimientos poco efectivos. Finalmente como él esperaba dejó muy expuesto su flanco y fue en ese mismo lugar que unía el brazo con el hombro donde lo golpeó.

El joven escudero dejó caer su espada y agarró firmemente el brazo. Apoyo en ese momento su espada en su cuello.

El joven había sido uno de los pocos hombres del castillo que aún lograba mantenerse en pie luego del banquete de la noche anterior.

No podía creer que los hombres bebieran con tan poca moderación y mucho más que lo hicieran sin tener una buena resistencia a la bebida. También estaba sorprendido de que fueran tan pocos los que se despertaran temprano para entrenar y hacer sus tareas. Andros se convenció de dos cosas esa mañana, que el mejor momento del día en ese lugar era muy temprano en la mañana y que en el sur eran demasiado indisciplinados.

- Lo has hecho muy bien - le dijo mientras le extendía una mano - el único consejo que te daría es que no pienses de más, esto no se parece en nada a una partida de ajedrez.

- Eso no es lo que me dijo mi maestro - le dijo el joven cuando estaba nuevamente en pie - él siempre me dice que tengo que pensar cada movimiento antes de hacerlo, que debo tener una estrategia para todo.

Andros le sonrió y por poco no deja escapar una risa.

- No tengo nada en contra de tu maestro - le dijo tratando de recuperar la seriedad - pero una cosa es pensar las cosas y ser cauto antes de hacer nada en el campo de batalla y otra cosa es pensar tanto las cosas y dejarte caer en la desesperación cuando tus oponentes tomen la iniciativa.

El joven parecía no estar muy a gusto con el consejo que le había dado, como si no comprendiera nada de lo que estaba hablando.

El próximo que se acercó al centro del patio para enfrentarse a él era un caballero muy grande, por un momento pensó que era mucho más alto que su tío.

- Pudiste con el niño muchacho - le dijo este caballero sonriéndole - pero, ¿podrás con alguien con experiencia verdadera?.

Andros no pudo evitar sonreírle al caballero, parecía que esta vez sería muy difícil vencer a su oponente.

- Vamos entonces - al instante de decir esto el caballero se lanzó con la espada en alto y con una velocidad inhumana.

No podía recibir su ataque con la espada, era demasiado arriesgado, por lo cual directamente dio un brinco a la derecha y se posicionó al costado de su oponente. Pero el caballero no le dio tiempo para atacar, antes de que su espada se estrellara con el suelo se detuvo y la giro, lanzó un potente golpe horizontal contra el, podía ver como usaba todo su cuerpo para darle mas potencia al golpe. A pesar de ser una espada de práctica el golpe era fatal.

Esta vez no tuvo opción, recibió aquel potente golpe con la espada. Por un segundo pensó que la espada se rompería, pero no, el caballero le dedicó una sonrisa maligna y lo golpeó en el rostro con el puño. Terminó perdiendo el equilibrio y retrocedió, pero rápidamente se puso en guardia para recibir nuevamente el ataque del caballero.

- ¡Vamos norteño asqueroso! - gritó mientras lanzaba otro implacable golpe en vertical contra el.

Andros no se pudo controlar luego de escuchar esas palabras saliendo de su boca. Antes de que su oponente dejara caer su espada sobre él, Andros se adelantó y lanzó una mortífera estocada en la garganta del caballero. Casi al instante de que su ataque lo alcanzara el caballero cayó de rodillas y su espada cayó al suelo, finalmente el caballero mirándolo fijamente cayó de cara al suelo, causando un gran estruendo.

- Mierda - exclamó uno de los caballeros que presenciaba el combate - ¿lo mató?.

Casi en un segundo todos estaban allí rodeando al enorme caballero que se había derrumbado.

- Respira - dijo uno suspirando, como si fuera una mala noticia - casi lo matas muchacho, y casi gano mi apuesta. La próxima vez que sea en la cabeza.

Los que en ese momento estaban allí se rieron de forma divertida y varios levantaron al desmayado caballero, se lo llevaron y Andros se quedó allí parado con la espada en mano. Los del sur eran extraños, jugaban con las vidas de sus compañeros, algo impensable para los norteños.

Finalmente cuando el caballero desapareció acompañado por los demás, Andros había quedado completamente solo. Se dirigió hacia donde estaban las espadas de práctica y dejó la que había usado allí.

- Veo que te estás adaptando - dijo una voz a su espalda.

Cuando giró para ver a la persona que le hablaba se sorprendió al ver a su prometida, la princesa parecía estar muy exaltada y vestía un vestido simple de color azul, lo cual destacaba el azul de sus ojos. Era agradable a la vista, eso era innegable, pero no le producía nada verla, era como ver una pared, algo sin vida o importancia alguna.

- Es raro que usted me hable princesa - le dijo sentándose en uno de los bancos que estaban cerca - ¿necesita algo de mi?.

- No entiendo porque supones que solo te hablaría para pedirte algo - dijo, estaba claramente molesta y cruzó los brazos en un gesto de rechazo - quiero saber, ¿Por qué cambiaste tu actitud hacia mi?.

Andros la miró inquisitivamente, como si no lograra comprender si era una pregunta o una orden.

- No entiendo de lo que habla majestad - fue lo único que se le ocurrió decir.

- No quiero que finjas ignorancia - exclamó - ¿no se supone que estabas en contra de este matrimonio?.

- Si - respondió Andros mientras se masajeaba el hombro donde aún tenía los vendajes - no quiero casarme con usted.

- Entonces porque no haces nada para impedirlo.

Andros se asqueo, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de los cuarteles donde estaban sus hombres.

- ¡Espera! - le grito, pero no tenía intención de prestarle atención a aquella niña, porque eso es lo que era una niña caprichosa que esperaba que los demás actuarán por y como ella deseara.

Sintió que le tiraban del faldón de la túnica de cuero que llevaba, algo que no esperaba, pues al darse la vuelta se encontró cara a cara con María.

- Te ordene que esperes - exige furiosa - quiero que respondas a mis dudas.

- Es extremadamente molesto lidiar con usted princesa - le respondió Andros tratando de contener la ganas de apretar su mano y torcerla hasta hacerla llorar - ¿Por qué no me quiera casar con usted debo tratarla mal?. Yo hago las cosas a mi manera princesa, siempre consigo lo que deseo, si deseo evitar el matrimonio con usted lo haré.

- Me parece muy arrogante de tu parte decir eso - se quejó la princesa - mi padre es el que le impone el matrimonio, la única manera de evitar el matrimonio es demostrarle que no eres digno de la posición que desea otorgar.

Andros solo sonrió, pero era una sonrisa de desprecio.

- Lo que dices fue lo que intente en el norte - le contestó aburrido - pero su padre descubrió mis intenciones, ya no puedo intentar actuar como alguien no digno.

- ¿Entonces qué harás para evitar el matrimonio?

- Podría simplemente cortarte el cuello - sugirió Andros de forma macabra.

María se asustó, finalmente soltándolo se alejó varios pasos y sin despegar la mirada de él.

- Que tenga un buen día princesa - dijo Andros mientras entraba en el cuartel.

El Consorte y La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora