Andros habia sido derrotado, lo que Maria tanto temía habia ocurrido, las fuerzas que habían reunido no habían sido suficientes como para hacer frente a sus enemigos, ahora todas las marcas occidentales estaban a merced de una fuerza invasora y Andros estaba desaparecido. Lord Beomont habia muerto en combate según lo que informaban los soldados junto con gran parte de su ejército. Los restos de lo que alguna vez fue el ejército de Andros llegaba a la capital en pequeños grupos dispersos, la caballería volvió casi intacta liderada por el esposo de Keyla, fue una pequeña bendición poder ver a su amiga abrazar a su esposo nuevamente, aunque el miedo no paraba de apoderarse de ella, ¿que habia pasado con Andros?, acaso habia muerto en combate. El corazón de Maria se rompía de solo pensarlo.
Segun informaban los exploradores que habia enviado a vigilar a las fuerzas enemigas, una gran fuerza enemiga parecía dirigirse a la capital, mientras que otra un poco mas reducida se habia quedado a subyugar a los nobles que aún parecían defender sus posiciones y resisten en nombre de Maria. Habia enviado a muchos mas a buscar a Andros, pero ninguno habia regresado con buenas noticias, los mercenarios que Andros habia reclutado volvieron liderados por un hombre de piel oscura y mirada despiadada, se habia arrodillado ante ella y habia puesto su espada a sus pies, pues según él su contrato con Andros no habia terminado y que mientras ella viviera, su espada siempre estaría a su servicio. Maria dudaba del mercenario y por eso habia puesto a varios de los agentes de Andros, que antes pertenecían a su padre, para que lo vigilaran desde las sombras.
Ambras se habia convertido en su mano derecha en esos últimos días desde la llegada de las primeras noticias de la derrota de su esposo a manos del invasor y la traición de Redsea, la mano derecha de su esposo resultaba ser un hombre muy capaz en las tareas de la administración y la preparación para la guerra. Maria ordenaba y Ambras daba forma a cada una de sus ideas, habia reagrupado al ejército y empezado a reforzar todas las defensas de la ciudad. Maria rezaba cada noche para que su esposo estuviera vivo y que volviera pronto junto a ella.
Como cada noche ella se encontraba sola en sus habitaciones, con más de un centenar de soldados y caballeros cuidando cada acceso a sus estancias y además tenía a dos criadas en la habitación con ella. Sus criadas se dedicaban a doblar y planchar sus ropas, mientras que Maria miraba un mapa en el cual con piezas de ajedrez intentaba ver cual era su situación actual.
En el norte tenía a los Whitewood junto con sus fuerzas esperando sus órdenes, pero no lograron llegar a tiempo y mucho más ahora que el invierno estaba tan cerca, era cuestión de tiempo que todo el norte se tiñera de blanco y que atravesar la frontera se volviera algo imposible. Luego tenía a los Ashterion en oriente, su tío empezaba a avanzar en su dirección acompañado por más de veinte mil hombres, un número que supera completamente lo que esperaba, tal vez si llegara a tiempo podrían repeler al enemigo. Luego contaba con más de siete mil hombres allí en la capital y muchos mas que llegaban dia con dia, segun sus calculos antes de que el enemigo llegara a la capital podría reunir a más de diez mil hombres, pero sus enemigos superaban cualquier número, eran más y parecía que sus fuerzas habían aumentado con su última victoria en Sinca.
Se sentía frustrada, no lograron defender la ciudad, no el tiempo suficiente como para que sus parientes llegarán en su ayuda. Apartó con furia las piezas de ajedrez, sus criadas parecieron saltar del susto y escucho como la puerta se abría a su espalda.
- No ha pasado nada Ambras - dijo molesta - solo la impotencia de ver como mi puto reino se va a la mierda.
Volteo esperando ver a Ambras y sus caballeros, pero en cambio vio a Andros allí parado sonriendo y aun vestido con una armadura que estaba cubierta de sangre y suciedad. Maria no supo qué decir, tuvo que apoyarse sobre la mesa para no caer al suelo.
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El Consorte y La Reina
FantasiaUn rey busca desesperadamente un esposo para su única hija y heredera Maria, elige entonces al joven Andros Whitewood por sus conocidas cualidades bélicas, para que de esa manera su hija cuente con un consorte fuerte cuando llegue su momento de gobe...