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- ¿Te vas de nuevo? - preguntó María a su esposo.

- Si - le respondió secamente mientras afilaba su espada con una piedra de afilar.

- No lo entiendo porque tienes que ir tú, mi padre ya comprometió a más de mil de sus hombres en esta campaña, estoy segura de que tu tío junto con los generales de mi padre podrá...

Andros la interrumpió al dejar su espada sobre la cama y taparle la boca con dos de sus dedos.

- Kardus vino a buscarme a mí - le dijo sacando sus dedos de su boca - vino a mi, no a mi tío, ¿sabes porque?.

María negó con la cabeza y en ese momento pasó por su cabeza la imagen de aquel anciano la primera vez que lo vio entrar en el salón del trono, cuando Andros lo presentó ante su padre e hizo su propuesta ante toda la corte del rey.

- Porque fui yo el que derrotó a sus hombres en aquella colina, fui yo el que le perdonó la vida y fui yo a quien juró lealtad, no puedo negarme si esto impide que mi familia termine como los Blackwood.

Blackwood, ese nombre es muy conocido para María, era el nombre del bosque del norte, ese nombre aparece en todos los mapas actuales, pero lo curioso era que en mapas más antiguos, aquel bosque se llamaba Fellwood.

- ¿Quiénes eran los Blackwood? - preguntó con curiosidad y esperando que su esposo tuviera la respuesta a una de las incógnitas que tanto la intrigaba.

Andros la miró con frialdad.

- Fueron nuestros predecesores en la defensa de la frontera norte, solo que no era una frontera en sí, cuando ellos aún existían, nuestras tierras conformaban un reino independiente.

- Pero, eso sería hace más de ciento cincuenta años, ¿verdad? - dijo María recordando el tratado de anexión de los territorios del norte, un tratado firmado por los Whitewood, por lo cual esos a los que llamaba su esposo Blackwood, se habían extinguido antes de ese hecho.

- Si, más que eso en realidad, doscientos años lleva mi familia gobernando el norte - le dijo volviendo a tomar su espada y revisándola.

Andros guardó su espada en la vaina y giró su cuerpo hasta estar frente a frente de ella.

- ¿Alguna pregunta mas que tengas? - le pregunto con emoción, María vio un brillo en sus ojos que nunca había visto, al parecer había tocado uno de los temas que apasionaba a su esposo.

- ¿Por qué se llama Blackwood su bosque?.

- Es una tradición ancestral, tan antigua como mi pueblo, en total han gobernado cinco familias además de la mía, nuestros predecesores fueron los Blackwood, los Fellwood fueron los anteriores a ellos.

- Eso quiere decir que Whitewood...

- ... será el nombre del bosque si mi familia se extingue - terminó su esposo mirándola con lástima a los ojos - todos los que defendemos el norte cargamos con el mismo destino.

- Pero eso no justifica que vayas tú.

En ese momento Andros la miró sorprendido, parecía que quería decir algo, pero finalmente no dijo nada.

- Miles de hombres lucharán, no necesitas ir tú - le dijo aprovechando la duda que se reflejaba en los ojos de su esposo - una sola espada no hará la diferencia, además dudo que con la ayuda de mi padre tengan dificultades en derrotar a ese supuesto rey de las montañas o como se haga llamar.

Su esposo sonrió y sintió una leve presión en el pecho al verlo.

- Agradezco que intentes retenerme - le dijo con una voz suave como la seda y apoyando una de sus ásperas manos en su mejilla, nunca habría imaginado que unas manos tan ásperas tuvieran un toque tan delicado - pero esta podría llegar a ser la última batalla, si logramos consolidarnos en esta campaña y cortar las cabezas adecuadas, el norte sería pacificado, por fin tendremos paz, por fin nacerá una generación en la cual no se cuenten los huérfanos por cientos y en la cual los niños no se conviertan en hombres antes de tiempo.

El Consorte y La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora