- ¡Vamos! - les gritó a los jóvenes que se encontraban frente a él - los dos son patéticos, deben tener intención de matar cuando atacan a sus oponentes.
Los dos jóvenes no tendrían más de quince años, pero eran fuertes, pero si querían servirle algún día en su guardia, debían ser aún más fuertes. Ambos portaban sus espadas de práctica y armaduras de cuero, se veía la fatiga en sus rostros, era duro, pero si no soportaban el entrenamiento que les imponía, jamás serían lo suficientemente buenos.
- No podemos - dijo agitado uno de los jóvenes - jamás podremos superarlo, ni siquiera los dos juntos, somos basuras.
Eso solo sirvió para que en el interior de Andros hirviera la furia. Se lanzó contra aquellos jóvenes que aún no lograban recuperar el aliento, uno intentó bloquear su ataque, pero su postura era débil y no logró mantenerse en pie, cayendo finalmente al suelo y dejando caer la espada. El segundo intento atacar mientras parecía estar distraído, pero eso era justo lo que esperaba, los había entrenado para aprovechar cada oportunidad que se le presentara en el combate y lo que hizo estaba bien. Pero no logró asestar el golpe, Andros lo esquivo y hundió el pomo de la empuñadura de su espada en su estómago, esto causó que el joven cayera de rodillas y se abrazara el estómago por el dolor.
- Atacar por la espalda no está mal - les dijo - pero son dos contra uno, si no aprenden a aprovechar cada oportunidad jamás lograran ganar, ataquen juntos y a conciencia.
Los jóvenes intentaron incorporarse, ambos lograron recuperar sus espadas y ahora los tenía a uno a su derecha y al otro a su izquierda.
- Bien - dijo tomando postura, la punta de su espada apuntó a uno y la empuñadura al otro - ¿se rendirán sin luchar?, pensé que los Ashterion eran mejores.
Esto último pareció provocar a los jóvenes, no había nada mejor que insultar su honor familiar para provocar a los sureños.
- Pagaras por eso - le dijeron al unísono.
Los dos atacaron, pero no les dio tiempo, se lanzó contra el que estaba a su derecha, bloqueo el primer golpe, pero el segundo le asestó en la pierna, luego mientras se daba la vuelta para enfrentar al segundo le dio en la cara con su codo. El segundo ya levantaba su espada y la había dejado caer, Andros detuvo su golpe y lo pateó en el estómago haciéndolo retroceder. No lo dejó recuperarse, volvió a atacar, todos sus golpes fueron bloqueados a duras penas por el joven, pero finalmente colapsó su defensa y le asestó en la pierna para luego golpear su hombro con la hoja de su espada.
- Bien - les dijo a ambos - esto será todo por hoy.
Mientras entrenaba a los jóvenes todos en el patio se había reunido un pequeño público, los observó, en el sur tenían la mala costumbre de dejar su propio entrenamiento para observar el de otros.
- Mi señor - dijo el joven Talon mientras se levantaba a duras penas - no siento que estemos mejorando a pesar de todo el entrenamiento.
Andros entregó su espada a el escudero que se acercó, no le gustaba la idea de tener escudero, eso era del sur, en el norte cada hombre se hacía cargo de su espada, de su lanza, de su caballo y de su armadura, nadie podía obligar a otro a hacer esas tareas, pero María había insistido. Logró convencerlo al decirle que ese escudero era en realidad un aprendiz más que un sirviente y que la idea era que aprendiera los hábitos de un guerrero.
- Están mejorando - dijo mientras tomaba una copa de agua que le ofreció el escudero - solo que yo me encargo de que su nivel no se vea al enfrentarse a mi, quiero que deseen mejorar, quiero que aspiren a derrotarme algún día.
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El Consorte y La Reina
FantasyUn rey busca desesperadamente un esposo para su única hija y heredera Maria, elige entonces al joven Andros Whitewood por sus conocidas cualidades bélicas, para que de esa manera su hija cuente con un consorte fuerte cuando llegue su momento de gobe...