Cap.14 "Di mi nombre".

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Abrí la puerta pesadamente para encontrarme a una Tiara sonriente frente a mi puerta. Mi rostro con ojeras, el cabello no muy bien peinado y los ojos pequeños la hizo borrar la sonrisa. Su rostro se contrajo en una mueca de claro asco. Me encogí de hombros, casi diciendo "es lo mejor que pude hacer".

—¿Pero qué mierda pasó contigo? —preguntó tomando un mechón para peinarlo un poco—. Ayer en la cena no estabas tan mal. —No, no lo estaba.

—Solo fue un mal momento —respondí, quitándole importancia.

Como si no hubiese estado llorando por casi media hora. Como si no hubiese tenido que sentarme y levantarme para poder respirar bien. Tomar agua del baño y encender el aire acondicionado porque sentía que las paredes me aprisionaban.

Tiara abrió los ojos cuando una extraña idea apareció en su mente. Salí del cuarto y cerré la puerta mientras ella me seguía mirando como si tuviese un tercer ojo.

—Dime que no... —comenzó y se detuvo, como si no quisiera decirlo en voz alta. Comprendí y negué con la cabeza.

—No Tia, no sucedió nada con Eiden ni Damek —le dejé en claro y la vi suspirar con la mano en el pecho.

—Mejor así porque eso habría echado a perder nuestro día de piscina y sol —comentó con una sonrisa y mucho entusiasmo.

El recordar que tenía que pasar el resto del día con los cuatro hermanos, luego de los pensamientos que habían pasado por mi cabeza la noche anterior, no me hizo sentir mejor. Esperamos el ascensor mientras ella me contaba sobre los nuevos vestuarios de baile. Caminamos por el campus mientras sentía que mi estómago se contraía. No quería ver a nadie y no era como tenía planeado que pasar mi día libre, pero al menos no estaría solo, lo que sería aún peor.

La piscina tenía bastante gente, pero no parecía haber todo tipo de residentes. Pues no veía niños, ni gente muy grande. La mayoría debía tener más de veinte años, lo que se me hizo extraño. Pero también supuse que como era el día libre de los empleados y muchos teníamos entre veinte y treinta, nadie quería compartir la piscina con tanto alcohol y música, excepto nosotros.

A lo lejos, pude ver cómo Eagle charlaba con Austin sentados al borde de la piscina mientras que Dallas nadaba cerca de ellos. La mesa detrás de ellos tenía una sombrilla, algunos vasos con bebidas y sillas a los bordes. Allí estaban los cuatro. Parecían haber pasado una mala noche como yo, pues sus caras eran peores que las mías.

Damek estaba recostado en la silla con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, queriendo ignorar la voz de Blas que parecía reprocharles algo a él y a Eiden, quién estaba desparramado por la silla con la misma cara de fastidio que su hermano mayor. Argus estaba sentado en el suelo, con un pie dentro de la piscina y su rodilla sostenía su codo, aburrido de lo que sea que Blas decía. Tenía anteojos de sol pero supe que se veía tan mal como el resto.

—Parece que todos pasaron una mala noche —comentó Tiara susurrándome con una sonrisa pícara. Pero el hecho de que ellos estuviesen de mal humor, lo empeoraría todo. Así que solo asentí con la cabeza mientras nos acercábamos.

—Por Dios, Blas —se quejó Eiden, afilando los ojos, cansado de su hermano.

—Les estoy hablando en serio —reprochó el menor, cruzándose de brazos.

—Estoy harto de ustedes —gruñó Damek apretando los puños, molesto.

—Mi cabeza va a explotar, ya cállense —espetó Argus, tapándose las orejas.

Los chicos de Terralta (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora