Al día siguiente, ya estaba en el campus otra vez. Me bajé del auto y vi cómo Tiara junto a Eagle esperaban por mí en la puerta. Los dos me dieron un abrazo y sonrieron felices a verme. Me había ido un solo día pero ellos sabían que era importante para mí ver a mi madre cada tanto. Siempre habíamos sido nosotras dos y de pronto, vivir sola sin compañía, podría no ser la mejor idea. Así que me propuse ir un fin de semana entero cada mes, ya que no tendría que trabajar, solo me ausentaría en Terralta. Y como estaban las cosas últimamente, no me haría daño tomar un respiro de ese lugar.
—¿Cómo te fue? ¿Qué tal está tu madre? —me preguntó Tiara cuando Eagle tomó mi mochila para comenzar a entrar en el edificio.
—Genial, ella está muy bien —respondí alegre de saber que era cierto—. Helen también y les manda saludos. A Dallas le manda un beso pero no pienso dárselo —bromeé y los vi reírse.
Oímos una voz que se quejaba cerca nuestro. Sin dejar de caminar, volteamos para notar que a un lado del edificio, Eiden parecía furioso con alguien detrás del teléfono. Afilé mis ojos en él, casi queriendo saber con quién hablaba. Él no se percató de que los tres lo estábamos mirando mientras nos acercábamos a la entrada.
—¡No me interesa, Mikeyla! ¡Has lo que tengas que hacer y mejor que sea rápido! —le espetó molesto. ¿Mikeyla? ¿La Mikeyla de Argus? Mmm, esto no huele bien.
Entramos en el edificio mirándonos algo sorprendidos, cómo si acabáramos de ver algo que no podíamos presenciar. Tiara comenzó a preguntarme más cosas sobre el viaje mientras subíamos hasta mi cuarto. Estaba totalmente hambrienta porque no había desayunado mucho en casa y prefería guardarle esas galletas a mi madre para que las comiera cuando quisiera, yo ya tenía mucho aquí.
Nos dirigimos hacia el comedor, riéndonos de una anécdota que Eagle contaba sobre Austin, cuando casi choqué con un chico que salía de allí. Di un respingo en mi lugar, asustada porque creí que me iría al suelo pero Eagle puso una mano en mi espalda, evitando que perdiera el equilibrio.
—Skyler —canturreó Blas y me enderecé en mi lugar.
La sonrisa en su rostro, su camiseta gris y la despreocupación en su rostro me hizo recordar automáticamente a la última vez que lo vi. Nuestro beso se hizo presente en mi mente y tuve que tragar saliva. Jamás me había puesto nerviosa frente a él, porque como él había dicho y bien sabía, era con quién más segura y cómoda me sentía. Pero probablemente se debía a que nunca había habido ninguna tensión entre nosotros, y desde el beso la había. Sí que la había.
—Hola Blas —saludé con una sonrisa, intentando demostrar que no me intimidaba y que si él podía pretender que fingió su beso, yo también.
—¿Cómo te fue en tu viaje? ¿Disfrutaste el campo? —bromeó y revoleé los ojos.
—Estuvo bien y si, disfruté el campo —agregué y pasé por su lado para dirigirme hacia las bandejas. Mis amigos me siguieron cuando Blas siguió su camino por el pasillo.
—¿Qué mierda fue eso? —preguntó Eagle, notando la obvia tensión de ese medio minuto.
—Solo Blas molestando —respondí riéndome, algo nerviosa. Tiara, quién ya sabía de nuestro beso, comenzó a hablar sobre otro tema solo para ignorar el momento.
Nos sentamos con nuestras bandejas en la misma mesa de siempre. Comencé a comer como si fuese lo único que pudiese hacer. Entonces mi teléfono sonó en mi bolsillo. Los tres lo oímos, pero Eagle no tenía idea de qué significaba. Dejé de masticar y dirigí mi mirada a Tiara, quién abrió los ojos en pánico. Entendió que era su notifiación.
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Los chicos de Terralta (Parte I y II)
Teen FictionSkyler Marin es una pueblerina con un gran talento para la arquería. Una noche en una fiesta de disfraces, se acuesta con un misterioso chico con máscara al cual le pide su número. Se enamora del extraño, pero todo termina pronto, pues él jamás quis...