Cap.5 "¿Estás más sobrio?"

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Abrí los ojos la mañana siguiente, sin entender cómo era que seguía en Rinaldi. Pero entonces todas las veces que Tiara intentó convencerme de que me quedara, e incluso cuando me dijo que yo no quería irme aparecieron en mi mente. Y tenía razón, ambas sabíamos que yo no quería irme. Así que estaba convencida de qué en realidad no quería irme, solo no quería sufrir. Pero si esto me dolía, me dolería en cualquier parte. Así que prefería sanar mientras siguiera con mi vida, no quería huir y replantearme en un par de años que hubiese pasado conmigo si me quedaba en Rinaldi.

Me levanté y me dirigí al baño para observarme al espejo un segundo. No me veía mal, pero tampoco era mi mejor momento. Me cepillé los dientes, me lavé el rostro y peiné un poco mi cabello. Me puse ropa y tomé mi celular para salir de mi cuarto.

Caminé hacia el comedor y observé por primera vez mi teléfono. Eran las diez y media de la mañana. No tenía mensajes de nadie y agradecía que ninguno de los chicos siguiera enviando mensajes a pesar de que no había contestado los que ya habían enviado.

Entré en el comedor para observar que Tiara estaba en nuestra mesa de siempre, desayunando sola mientras miraba su celular aburrida. Sonreí un poco y me dirigí hacia las bandejas para tomar una. Me serví una taza de café con leche, unas tostadas y caminé hacia ella.

Moví la silla y el ruido la hizo levantar la cabeza hacia mi. Dejé mi desayuno y me senté frente a ella. Me miró unos segundos y bebió de su café.

—¿A qué hora te vas hoy? —preguntó con el rostro totalmente serio.

—No lo sé, cuando Eagle diga —respondí con una sonrisa.

Ella frunció el ceño, mirándome sin entender que tenía que ver Eagle con mi hora de salida. Miró hacia otro lado y volvió hacia mi.

—¿Qué dices? —preguntó como si yo estuviese loca.

—Si, dijo que haríamos algo hoy pero la verdad es que no puso ningún horario —respondí y supe que entendió porque sonrió—. ¿O era el próximo lunes? Da igual, tengo todo el tiempo del mundo.

—¿Entonces te quedas? —casi gritó con los ojos abiertos y una sonrisa gigante.

—Si, así es —dije cuando se levantó chillando para darme un abrazo y casi tirarme de la silla—. Pero no te emociones, no pienso pisar Terralta hasta dentro de un mes.

—Me da igual —agregó negando con la cabeza—. Terminaré mi número y volveré al edificio para que nos emborrachemos en los pasillos.

Me reí en voz alta como ella cuando, al mismo tiempo, otra silla se movió junto a la suya.

—¿Qué es tan divertido? —preguntó Eagle sentándose en nuestra mesa.

—Tiara quiere emborracharse en los pasillos de Rinaldi —respondí antes de beber de mi taza.

Eagle la miró confundido pero ella solo se rio, feliz porque íbamos a seguir viéndonos todos los días.

—Está bien, voy a ignorar eso —comentó y nos reímos.

Una semana pasó. Una semana muy dura para mí. No lloraba por las noches, no como la primera vez que Argus y yo dejamos de hablar. Pero me sentía algo perdida. Como si no supiese donde estaba parada, como si no supiese a donde ir. Como si no estuviese segura de nada de lo que hacía. Casi parecía un pez muerto, siendo arrastrado por el cardumen que nadaba hacia una misma dirección.

A los hermanos los había cruzado poco y nada. A Argus lo había visto solo dos veces, pero él no me había visto. La primera vez, lo vi desde mi cuarto, caminando por el campus hacia Terralta y la segunda vez, lo vi entrar al comedor, pedir para llevar e irse.

Los chicos de Terralta (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora