El sol brillaba en lo alto, imponente y radiante. Nada parecía meterse en su camino. A pesar de que hacía un poco de frío, él se encargaba de calentar todo el campus. Todo pintaba que iba a ser un día hermoso. Ninguno esperaría que cinco horas más tarde, una tormenta se desataría.
Tiara y yo terminamos de almorzar a las dos de la tarde. Le conté lo que había sucedido la noche anterior, respecto a Damek y a Argus. Ella se sorprendió por la propuesta de Damek, más no lo hizo por el comportamiento de Argus. Básicamente, aprovechó la oportunidad de decirme una vez más que Argus no podría dejar de lado sus sentimientos. Que era obvio que estaba enamorado de mí y le dolía que yo quisiera convertirlo en algo que no era. Pero no era mi jodida culpa, él había demostrado ser otra cosa y ahora no podía venir a quejarse.
Por otro lado, Tiara seguía nerviosa por la estúpida y probablemente falsa historia de Ginger y su vídeo sexual con Blas. Por el contrario, yo casi lo había olvidado. Pero si compartía el sentimiento de nervios, claramente por lo sucedido con Argus la noche anterior. No sabía por qué mierda estaba nerviosa, como si no lo conociera y como si fuese un chico que me gustara en la secundaria. Que lo vería en los pasillos y moriría de nervios cuando me diera una mínima mirada. No entendía qué ocurría conmigo pero esperaba que cuando nos dirigiéramos la palabra, el sentimiento terminara.
Ambas nos dirigimos hacia el estacionamiento de Terralta, donde se suponía que los chicos nos esperarían. Ellos ya estaban allí. De lejos, noté como Dallas y Blas subían cosas a un auto negro mientras que Eiden charlaba con Austin a un costado de otro auto gris. Damek estaba apoyado contra el auto negro que casi podía apostar, era el auto con el que Argus casi me arrolla esa noche en el centro. Tragué saliva al recordar ese momento y me pregunté dónde estaba.
—Hola —saludó Austin a Tiara y se acercó a plantar un beso en sus labios. Yo solo me quedé parada allí como estúpida porque no tenía un novio bonito y atento como ella que me recibiera de esa forma.
—¿Está todo listo? —preguntó colocándose el cabello detrás de las orejas.
La puerta del piloto del auto negro se abrió y Argus salió de allí. Masticando algo y con cara de pocos ánimos para un día de campo.
—Se acerca una tormenta —dijo totalmente serio, mirando a sus hermanos.
Eiden frunció el ceño y Blas lo miró ladeando la cabeza. Damek se rio durante unos segundos y Argus se cruzó de brazos, debido a la falta de confianza de sus hermanos.
—¿Es un chiste? —se burló Eiden.
—¿Acaso no has visto el sol brillante que hay? —preguntó Damek, aún riéndose.
—Se acerca- una- tormenta —repitió en silabas, totalmente seguro, ignorando las respuestas que obtuvo.
Tiara se encogió un poco en su lugar. Al parecer la faceta dura de Argus le aterraba, pero a mi me exasperaba hasta las uñas y me hacía querer golpearlo. Como a sus hermanos, seguramente.
—Bien, como tú quieras —bufó Eiden—. Ya vámonos, no perdamos todo el día aquí.
Austin se metió dentro del auto gris, en el asiento del piloto, así que supuse que era su auto. Dallas se sentó junto a él. Argus me dio una mirada al mismo tiempo que lo miré y la sostuvo unos segundos antes de voltearse para subirse al piloto del auto negro, él cual ya tenía claro era suyo. Tiara tiró de mi brazo, haciéndome reaccionar y me metió dentro del auto de Austin, ambas en los asientos traseros.
—¡Te sigo, Argus! —le hizo saber Austin a su amigo.
Tiara se movió hacia adelante, poniendo su cabeza entre ambos asientos.
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Los chicos de Terralta (Parte I y II)
Ficção AdolescenteSkyler Marin es una pueblerina con un gran talento para la arquería. Una noche en una fiesta de disfraces, se acuesta con un misterioso chico con máscara al cual le pide su número. Se enamora del extraño, pero todo termina pronto, pues él jamás quis...