Cap.21 "La violencia puede ser utilizada para el bien".

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Después de dos horas de entrenamiento y una larga ducha, me colgué la pequeña mochila al hombro. Salí de mi cuarto y me dirigí al ascensor que para mi suerte estaba allí, esperándome. Un domingo a las ocho y media de la noche no mucha gente rondaba por Rinaldi, la gente salía fuera de las instalaciones a disfrutar el día de descanso o se quedaban en sus habitaciones todo el día.

Entré y presioné el botón del último piso, viendo como las puertas se cerraban. Moví mi pie algo impaciente, pensando que aun podía cambiar de opinión, pero sabía que era algo que tenía que hacer. De lo contrario, él creería que no me importaba lo que pasaba entre nosotros. Sentía que en vez de diez días, habían pasado en realidad semanas desde la última vez que fui allí. Desde que Layla se presentó allí, casi proclamando a Argus como suyo, sin tener ninguna idea de lo que hacíamos cuando nadie nos veía. Y mucho menos aún, de lo que sucedería esa noche.

Las puertas metálicas se abrieron y di tres pasos hasta quedar frente a frente con la puerta de la Suite Rinaldi. Y cuando levanté el puño para tocar la madera, solo pude repetirme una cosa.

Que no esté Argus, que no esté Argus...

La puerta se abrió y agradecí encontrarme al único DeLuca que podría ayudarme en esta locura. Blas se sorprendió de verme allí, porque hacía más de una semana que no aparecía por la Suite. O por ningún lado. También noté que fue una de las pocas veces que esa puerta se abría y quién sea que me recibiera, no estaba a medio vestir. Lejos de eso, se veía muy bien vestido, como si se estuviese preparando para irse.

—Skyler —dijo aún intentando entender qué hacía yo allí. Porque aún no había dicho absolutamente nada.

—Hola Blas —saludé con una pequeña sonrisa.

Él se movió a un lado y di dos pasos dentro, dando un rápido vistazo por la sala de la Suite, notando que no había nadie.

—Yo... En unos minutos me tengo que ir y... Lo siento pero ¿qué haces aquí? —preguntó por fin y me enterneció su intento de no sonar grosero. Por suerte ya tenía algo preparado para este momento.

—Argus quería hablar de algo conmigo y me dijo que viniera —le respondí pero vi su rostro caer de una forma muy automática.

—Argus no está —dijo esperando que eso no me generara una cierta incomodidad. Pero claro que lo hizo, y automáticamente me cuestioné en dónde estaba.

—Lo sé —mentí—. Me envió un mensaje que volvería en un rato, que podía esperarlo aquí —agregué para que Blas no me echara.

Él asintió con la cabeza, aunque seguramente su mente dudaba si creerme o no.

—Bueno, ya conoces el camino. Eiden debería llegar en un rato pero no estoy seguro de que vaya a volver a la Suite —me avisó, no se por qué. Asentí con la cabeza.

—¿Y Damek? —pregunté solo por curiosidad. Aunque en realidad si quería saber si iba a haber alguien en la Suite durante el resto de la noche. Pero era un simple lunes, no creía que tuviesen grandes planes.

Sin embargo, Blas notó mis intenciones de preguntar eso. Entendió a la perfección porqué le preguntaba por él. No pudo evitarlo en la mínima sonrisa que esbozó.

—Es lunes, suele trabajar hasta tarde en Terralta —habló colocándose una chaqueta que estaba sobre el sofá—. Volverá tarde, si es que no se queda dormido allá —explicó, como si casi fuese rutina para ellos.

—Está bien —dije moviéndome algo incómoda en mi lugar—. ¿Y tú a dónde vas tan perfumado? —pregunté curiosa y me sonrió tecleando su teléfono.

Los chicos de Terralta (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora