Cap.13 "Estás celosa".

112 20 21
                                    

Quería quitar mi mirada, porque sabía que si seguía mirando fijamente alguno de los dos iba a notarlo. Pero quería saber si él sabía que yo estaba allí, observando. Ella dijo lo último y se volteó para írse, a pesar de que su rostro seguía mirándolo. Él no dejó de verla, incluso cuando ya estaba sirviendo a otra mesa.

Dallas le tocó el brazo para decirle algo mientras se reía y él por fin quitó la mirada de ella para reírse con su amigo. Volví a tomar de mi vaso y noté que casi me lo acababa. No podía creer que de dos tragos me había terminado el cuarto vaso. Mi cabeza si estaba dando un par de vueltas, pero la escena me había afectado más y sabía que no tenía porqué. Y que iba a tener que acostumbrarme a ver esas cosas si yo solo quería sexo de Argus.

Clavé mi mirada en la barra de madera y apoyé mi cabeza en mi puño cerrado, dejando que un poco de cabello cayera sobre mi rostro. Volví a darle una mirada a Argus, esperando que mi cabello lo disimulara. Lo vi decirle algo al desconocido que separó su boca de la chica por un segundo y luego movió la cabeza por el lugar. Disimuladamente, como si buscara a alguien pero quería parecer relajado, como si solo observara a toda la gente.

Entonces sus ojos dieron conmigo y rápidamente, volví a mirar el trago en mi mano, esperando que no me hubiese visto mirándolo. Decidí no observarlo otra vez, porque ahora que él sabía que yo estaba en Terralta, en su mismo piso y en su campo de visión, estaba segura de que coquetearía el doble solo para joderme la vida.

Pero Skyler, tú le dijiste que no querías nada. Él puede coquetear con todo Rinaldi si quiere y tú debes cerrar la boca.

Ya lo sé, estúpida conciencia. No quiero escucharte ahora.

El hecho de que Argus supiera que estaba allí e intentara coquetear solo para fastidiarme me revolvió el estómago. Así que tomé fuerzas y me levanté de mi taburete para tomarme todo el vaso de un solo trago y dejarlo con brutalidad sobre la barra. Uno de los bartender se rio al observar mi acto de suicidio.

—Con cuidado, Skyler. Aún son las once y media —se burló y revoleé los ojos.

—Silencio Miles, no es el momento —le pedí con cara de pocos amigos y se encogió de hombros con una sonrisa divertida.

Miles era el único de los chicos detrás de la barra que yo conocía. Él era quién me preparaba los tragos que debía servir la noche que reemplacé a Kate como camarera. Era muy agradable y me caía bien, pero no estaba de humor para charlar con nadie.

Me di media vuelta y caminé por el salón, pensando si bajar las escaleras hasta la planta baja era lo mejor. Pero necesitaba aire y la terraza estaba más cerca, así que caminé hasta la escalera detrás de la puerta negra camuflada en la pared. La empujé y sentí que era más pesada que otras veces, pero en realidad yo tenía menos fuerza que esas veces.

Subí por las escaleras de metal, alejándome de la música y el ruido del tercer piso de Terralta, siendo recibida por el viento frío de la noche. La terraza estaba tan limpia y hermosa como la recordaba. El recuerdo de la última vez que estuve allí vino a mi mente, corriendo a Argus con la máscara puesta antes que me arrojara a la piscina. Solté un suspiro y caminé haciendo resonar mis tacones por el lugar.

Me senté junto a la piscina y la observé. Hacía frío como para meterse y me pregunté qué tan helada estaba el agua. Me llevé una gran sorpresa cuando metí los dedos de la mano y noté que el agua estaba caliente. Revoleé los ojos y sacudí mi mano para secarla.

—Obviamente —susurré para mí misma, sin entender cómo no pude sospechar que el agua sería climatizada para que se usara todo el año.

Sin permiso ni vergüenza, me quité los tacones y metí ambos pies dentro del agua, mojando un poco de mis piernas también. Sabía que cuando los sacara moriría de frío, pero el agua caliente relajaba mis pies algo doloridos por los tacones. Los moví un poco, mirando como el agua se movía y provocaba pequeñas olas.

Los chicos de Terralta (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora