Sus ojos y los míos no dejaron de verse en ningún momento. Podía jurar que solo fueron tres segundos, pero en mi mente habían sido veinte minutos. Casi como si todo estuviese en cámara lenta. Nuestras respiraciones, nuestros parpadeos y también nuestros pensamientos. Pero no mi corazón, él si que iba a mil por hora.
Entonces algo nos hizo reaccionar al mismo tiempo. Tal vez una especie de telepatía o sincronía. No lo sé. Pero en el mismo instante que me tiré sobre él, su boca buscó la mía. Nuestros labios se enredaron de una forma brusca y casi desesperada. Me subí sobre él y me quedé allí sentada mientras lo besaba.
Los labios de Argus siempre habían provocado algo en mí que jamás sabría explicar con palabras. Sus manos se dirigieron hacia mis piernas, pero no parecía gustarle el tacto de mis jeans.
—Levántate —me ordenó. Lo hice y me desabrochó el pantalón para bajármelo de un tirón. Saqué mis pies y antes de poder subirme sobre él, él mismo tiró de mi cintura con desesperación. Me reí por lo bajo para no despertar a nadie.
—Estás loco —susurré mientras besaba mi cuello.
—Loco por follarte —respondió y mordí mi labio, porque creí que diría "loco por ti" pero definitivamente, su respuesta me calentó mucho más.
Por fin sus manos tocaron mi piel y soltó un jadeo al sentirla seguramente caliente. Arrastró sus uñas desde mis muslos hasta mi espalda, levantando un poco su camiseta en mi cuerpo.
—Muévete —pidió tomando mi cintura e incitando a moverme.
—¿Estás seguro? —susurré dando un vistazo hacia las escaleras.
—Si, hazlo —pidió otra vez.
Me tomé de sus hombros y comencé a moverme lentamente sobre su cadera mientras lo besaba. El bulto en su pantalón no tardó en aparecer, pero yo sabía que podía hacer mucho más en Argus que solo eso. Yo quería que no pudiese más, que no pudiese soportarlo.
—Quiero verte desnuda —susurró en un mínimo segundo que me separé de él. Lejos de pensar si era una buena idea, obedecí sin objetar nada.
Me levanté de él lentamente y lo miré fijo a los ojos. Me quité su camiseta con la mayor lentitud que pude y noté como se acomodó el bulto del pantalón. Me mordí el labio y me bajé la última prenda de ropa interior. Sus ojos miraban cautelosamente cada movimiento y esperaba estar haciendo un buen trabajo.
Me volví a subir sobre él y soltó un gemido cuando hice presión en su miembro. Moví un poco mi cabello para que quedara detrás de mi espalda y poder mostrarle mis pechos de frente. Argus tomó mis muslos y enterró sus dedos allí para moverme sobre él, que estaba mucho más duro que antes.
—¿Ves cómo me pones? —preguntó mirándome a los ojos.
—Si, literalmente, lo veo —respondí bajando mi cabeza hacia su abdomen.
Una de sus manos tomó mi nuca y me hizo besarlo mientras la otra seguía presionando mis glúteos. Mi lengua pidió permiso y jadeó en medio del beso. Tiró un poco de mi cabello y abrí la boca para mirarlo.
—Sabes que no me gusta que hagas esas caras —espetó serio mientras me movía con fuerza sobre él.
—No es cierto, te encanta. Solo que no quieres que las haga sabiendo que te calientan —contraataqué y volvió a besarme para morderme el labio—. Tócame —le pedí tomando una de sus manos para apretar uno de mis pechos.
—Sky —jadeó mientas yo seguía moviéndome—, quiero hacerlo ahora.
—Pero me estoy divirtiendo —ronroneé y me acerqué a su oreja para susurrar allí—. ¿No te gusta que baile sobre ti? —jadeé y apretó aún más sus manos en mi cintura y en mi pecho.
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Los chicos de Terralta (Parte I y II)
Novela JuvenilSkyler Marin es una pueblerina con un gran talento para la arquería. Una noche en una fiesta de disfraces, se acuesta con un misterioso chico con máscara al cual le pide su número. Se enamora del extraño, pero todo termina pronto, pues él jamás quis...