Desperté cuando mi alarma sonó, porque de lo contrario seguiría durmiendo. Me fregué los ojos, notando que me ardían un poco y quizá se debía a que no había dormido las suficientes horas. Tomé mi teléfono para que se callara y ver que eran las diez y media. Y también, que tenía un mensaje del extraño. Me senté rápidamente y abrí WhatsApp.
"Lamento no haber podido contestarte ayer. Estaba durmiendo cuando ocurrió el apagón y casi no me enteré". Maldito mentiroso, estabas comprando pizza o besándome en el sofá.
"No te preocupes, fue solo un momento de susto", le respondí, fingiendo que le creía.
"¿Cómo estás? ¿Sucedió algo grave?". Pues si. Gracias a eso, te llamé y descubrí que tu teléfono estaba allí, a cuatro metros de distancia de mí.
"No, por suerte estaba en un lugar seguro", le respondí, preguntándome si del otro lado del teléfono estaba Eiden, porque esas preguntas me sonaban a él.
Leyó el mensaje y salió de la línea. Me pregunté si volvería a entrar o había dejado el teléfono. Mi estómago rugió y supe que tenía que levantarme, ya respondería en algún momento.
Después de vestirme, cepillar mis dientes y peinarme un poco, salí de mi cuarto hacia el comedor. Esperé el ascensor mientras pensaba en todo lo sucedido la noche anterior. Caminé hacia el comedor cuando el elevador me dejó en el piso, escuchando mi estómago rugir.
Tomé una taza de café, le puse leche, llené mi plato de tostadas con jalea y caminé hacia nuestra mesa de siempre. Eagle nunca desayunaba tan tarde así que no creía verlo. Me senté soltando un suspiro y esperé que Tiara apareciera pronto. Tenía que contarle todo lo que sucedió horas atrás.
Los chicos volvieron con las pizzas al cabo de casi cuarenta minutos, ya eran casi las once de la noche. Durante los primeros diez, Argus se quedó conmigo y el resto del tiempo, Austin y Tiara salieron de algún cuarto como si nada.
—¿Por qué está tan oscuro aquí? —pregunto Austin cuando escuché que se llevó puesta una silla.
—Aquí y toda la ciudad —le respondió Argus mientras seguía acariciando mi brazo, según él, en un intento de que respirara pero eso no ayudaba.
—¿Cómo dices? —preguntó Tiara en un pequeño grito y casi pude adivinar que estaba abriendo los ojos a más no poder.
—Que no hay luz —dije apuntándome la linterna a la cara para que me viera. Oí a Argus reírse un poco y ellos caminaron como pudieron hasta uno de los sillones para sentarse juntos.
El resto de los chicos llegaron y la luz volvió justo cuando terminamos de comer. Parecía alguien jugando con nosotros pero fue hasta que el último acabó la última porción. Por fin pudimos vernos las caras después de casi dos horas. En ningún momento pude darle miradas a Tiara para que entendiera que algo estaba sucediendo. Así que no pude contarle en ningún momento que el extraño estaba allí. Porque Argus había dicho que podía acompáñame a mi cuarto, pero Eiden se adelantó.
—¿Quieres que te acompañe a tu cuarto? —preguntó cuando vio que tomé mi teléfono y mi tarjeta sobre la isla.
Damek le dio una mirada pero fingió que no y siguió escuchando lo que Dallas le decía. Giré para ver a Argus pero al parecer estaba en el baño, pues oí la puerta y era quien faltaba.
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Los chicos de Terralta (Parte I y II)
Novela JuvenilSkyler Marin es una pueblerina con un gran talento para la arquería. Una noche en una fiesta de disfraces, se acuesta con un misterioso chico con máscara al cual le pide su número. Se enamora del extraño, pero todo termina pronto, pues él jamás quis...