Cap.17 "Lo resumiremos en que odias a la gente".

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Salí de Terralta como si fuese el último lugar que quisiera ver en el resto del día. Bajé las escaleras, totalmente molesto. Empujé la puerta cuando llegué a la planta baja y salí del edificio. Tomé un poco de aire allí porque sentía que la cantidad de gente dentro me había hecho asfixiar un poco. Me pasé ambas manos por el cabello y luego por el rostro, frustrado por la reciente discusión con Skyler.

—¿Necesita algo, señor Rinaldi? —preguntó Thomas, acercándose un poco a mi. Obvié el hecho de que utilizó mi apellido porque había preguntado por amabilidad. Pero solo pude recordar la escena que había ocurrido hacia solo unos minutos atrás.

"Su trago, señor Rinaldi". Sus ojos en mi, su cabello cubriendo parte de sus hombros y su pecho. La pequeña sonrisa satisfactoria que apareció en su rostro y como deslizó el vaso hasta mi.

—No Thomas, estoy bien. Gracias —respondí lo más amable que pude y caminé lejos de allí.

Cada paso que daba, la furia se abría paso en mí. Estaba molesto, furioso y también un poco decepcionado. De alguna forma, creí que estaba empezando a hacer las cosas bien y de repente me daba cuenta que no era así.

Tomé mi teléfono y la busqué entre mis contactos. La llamé, preguntándome si estaría dormida o tal vez había salido. Su voz sonó al instante y noté que no parecía haberse despertado.

—¿Puedes venir a verme a Rinaldi? —pregunté al instante y casi vi su rostro sorprenderse de mi pedido.

—¿Está todo bien? —preguntó ella devuelta y negué con la cabeza como si pudiese verme.

—Solo necesito verte —confesé de pronto mientras daba pisadas molestas.

—En media hora estoy en la suite —la oí decir antes de cortar la llamada.

Llegué al edifico con las manos en los bolsillos y vi algunos chicos y chicas bebiendo a un costado de la entrada, charlando de pie. No les presté demasiada atencion, ni siquiera cuando Dylan me llamó.

—Eh, ahí estás tú. ¿Dónde están los otros? Vamos a fumar —avisó él.

—Están bebiendo en el último piso de Terralta —le avisé para que no me preguntara más nada. Él lanzó un quejido y revoleó los ojos.

—Aburridos. ¿Te unes? —preguntó y negué con la cabeza con una mueca de asco.

Dylan ya sabía que yo siempre desaparecía cuando ellos comenzaban a fumar y a pesar de eso, me seguía invitando. Estaba seguro de que creía que algún día aceptaría.

—¡Argus! —oí una voz femenina y cerré los ojos, porque no era el momento.

Me detuve y me volteé. Ella corrió con sus tacones hasta mi y se tomó de mis hombros cuando casi se cae. La tomé de la cintura para evitar que se quebrara un tobillo.

—¿Qué sucede? —pregunté cómo si su presencia me irritara. Y honestamente, todos lo hacían en ese momento. No era algo personal con ella.

—¿Ya te vas a dormir? —preguntó con una ceja levantada. Quité mis manos de su cintura porque ya había recuperado el equilibrio, pero ella las dejó en mis hombros, rodeándome la nuca.

—No —respondí—. Solo vuelvo a la Suite —dije con la verdad.

—Ah, entonces vas a estar despierto —agregó con una sonrisa y negué con la cabeza, entendiendo lo que estaba insinuando. Pero no, mi mente no estaba para eso. Ni mi cuerpo tampoco. Definitavemente, no tenía ganas de nada.

Los chicos de Terralta (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora