Cap.4 "Quiero una foto".

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Al día siguiente me levanté temprano pues sabía que alguien tendría que pasar por mi a las nueve. Me coloqué un pantalón deportivo gris y una camiseta negra mangas cortas, pues hoy parecía hacer calor. Me cepillé los dientes, sintiendo extraño no hacerlo en mi casa y me peiné un poco el cabello.

Como lo dijeron, mi puerta sonó a las nueve y me sorprendió ver detrás a la bailarina que me defendió ayer en la audición parada allí. Parecía tener mi edad o tal vez un año menos. Su cabello castaño claro y sumamente largo estaba atado en media coleta, estaba un poco maquillada por debajo de los ojos y su piel bronceada daba que envidiar.

—Hola —me saludó amablemente—, buenos días. Soy Tiara Miller. Se suponía que el encargado de deportes vendría por ti pero le pedí que me dejara hacerlo.

—Hola —le devolví el saludo. Salí de mi cuarto, cerré la puerta y comencé a caminar a su lado. —Soy Skyler Marin. ¿Por qué quisiste venir tú? —le pregunté curiosa pero sin ser agresiva.

—Quería poder decirte que no debes acercarte a Ágnes ni a Jessica. Son las residentes más fastidiosas y les encanta hacer la vida del personal un infierno. Pero ellas jamás van hacia las canchas, así que no tendrás que hacer mucho esfuerzo por evitarlas —me explicó cuando salimos del ascensor en planta baja.

—¿Tú también trabajas aquí? —le pregunté curiosa y ella me dio una sonrisa de lado.

—Si, así es. Soy la bailarina principal de Terralta —respondió. Eso explicaba por qué ella no estaba haciendo audiciones como el resto de las chicas, ella ya estaba dentro.

—¿Qué es Terralta exactamente? —interrogué, a pesar de que ya me había dado una pequeña idea pero quería estar segura.

—Terralta es un club nocturno. Abre los jueves, viernes y sábados. Tiene un sector de ruleta y apuestas también porque los jóvenes del campus no querían compartir el mismo casino que los ancianos. Así que los niños ricos enviaron una carta de petición al señor DeLuca pidiendo un lugar para ellos.

—Que quisquillosos —acoté viendo la sonrisa en su rostro.

—Si, el casino Rinaldi es elegante. Está prohibido entrar si no es en ropa de gala y la seguridad es máxima. Terralta también tiene seguridad pero está ambientado más a los jóvenes, los mayores de treinta no tienen permitido entrar.

Doblamos el edificio y caminamos por todo el campus mientras veía gente caminando de un lado al otro. La mayoría parecían residentes pero no podría darme cuenta si había empleados sin uniforme.

—¿El señor DeLuca se encarga de eso? —pregunté para verla arrugar la cara.

—No, claro que no. El señor DeLuca no se encarga de nada de lo que suceda aquí, casi no lo verás nunca. Tiene encargados en todas las zonas y en sus empresas, y sus hijos son los que se encargan de manejar Terralta.

—¿Sus hijos? —pregunté algo confundida.

—Si, son mis jefes. Los cuatro jueces que viste ayer en la mesa. —Asentí con la cabeza, recordando cómo ellos parecían controlar todo allí dentro. —Claro que su mundo es Terralta y nada más, su padre les pidió que manejaran el club porque no quería poner empleados nuevos en un edifico que aún no tenía fama. Pero los cuatro tienen influencias en todos lados y el día de la apertura estuvo lleno de personas.

—Un segundo, los cuatro parecen casi de la misma edad. ¿Cómo es eso posible? —pregunté negando con la cabeza. Una sonrisa apareció en su rostro cuando me miró.

—Verás... Esos son secretos algo internos que los residentes no conocen pero entre los empleados se comentan. Supuestamente, el señor DeLuca tuvo hijos con cuatro mujeres distintas.

Los chicos de Terralta (Parte I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora