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SEBASTIAN

Honestamente, nunca, en ningún momento de mi existencia había pasado por una experiencia como lo estoy ahora. Bueno, si, se convierte en la segunda ocasión, siendo la primera cuando perdí todo el auto control de mi cuerpo, de mi cordura, de toda lucidez; y esto fue cuando mi primogénito fue concebido.

Lo que siento es tan indescriptible que las palabras se quedan cortas en la explicación.

Su cuerpo, su olor. Ese aroma que emite cada poro de su piel, es lo que me ha llamado a cometer una impertinencia de mi parte, lo que dije que nunca volvería a hacer, que me controlaría mejor, pero que por obra del malicioso destino que me ha puesto aprueba, y que he fracasado, estoy sobre mi contratista robando de él su aliento agitado en un beso ansiado.

Si, ansiado. Mentiría que desde esa primera vez que probé, o que él me dejó probar sus labios, no me afectó para nada, que al entender la razón del origen de la situación, dejó de afectarme. Por supuesto que no, claro que hubieron momentos en que me perdía en observar la forma en que su boca se movía cuando me hablaba, cuando comía, incluso cuando se enojaba y maldecía.

Sé que pagaré las consecuencias después, lo sé, pero no me arrepentiré. Que el castigo valga la pena porque pienso tomar la oportunidad de mi buen trabajo en estos cuatro meses, y si puedo abogarme en mi propia defensa, el joven amo no ha sido de mucha ayuda, de nuevo, al no hacerme entrar en razón, porque es lo que ya no tengo desde que mis ojos fueron testigos de su expresión de placer en esta noche de lluvia, donde luego saboreé su piel en un beso rematando que probara su esencia en esa pecaminosa acción.

Mis papilas gustativas se relamen al probar de nuevo los restos.

- Joven amo - lo llamo a escasos milímetros de sus labios para permitirle que pueda aspirar el aire que ya le he quitado.

- Sebas... Tian... - el que susurrara mi nombre con esa voz... Con su rostro sonrojado y sus pupilas dilatadas... Son apenas el inicio de mi perdición.

Y al parecer no soy el único que lo está.

- Sebastian... - vuelve a llamarme con una seguridad en cada letra para luego ser yo el sorprendido.

Como aún sigo en mi uniforme, él me ha tomado con sus dos manos de la solapa del saco para hacer que nuevamente nuestros labios vuelvan a encontrarse, con la diferencia de que hay más demanda de su parte; más pasión.

Si él lo ha permitido, significa que está consintiendo el momento, entonces no tengo de qué preocuparme como aquella vez, lo único será cuidar de no lastimarlos y encontrar las mejores opciones para lo que se avecina.

Por esa justificada razón, emplee mis poderes en que un pequeño ser no se percatara de lo que sus... Padres... Podrán hacer en esta noche.

Sus delicadas manos que emiten el calor de su cuerpo, suben de mi traje a tomarme por las mejillas para profundizar la acción, y como no bastándole, enreda sus dedos en mi cabello creando un efecto de adrenalina en todo mi ser, como si el botón de "peligro" hubiera sido activado.

Él ya está tocándome, consiente de sus acciones aunque fuesen por ahora inocentes, así que, no me quedaré atrás.

Con la facilidad de que no poseo mis guantes, cuelo las manos para llegar a sus piernas, tocándolas desde el talón hasta ir subiendo, quedando en sus muslos, masajeando, llegando más arriba para apretar sus glúteos que están perfectamente diferentes a tiempo atrás, llegando a la conclusión de que el embarazo le ha caído demasiado bien.

Él gime en mi boca por lo que estoy haciendo aquí abajo y escucharle producir ese dulce sonido, es como una tentadora invitación a seguir con lo que encantado quiero hacerle.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora