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- Sebastian, ¡Haz algo! – ordeno tratando de evitar en vano la lluvia que estamos teniendo en el baño sin soltar a Brisell quien yace en su bañera siendo la culpable de la situación.

- Es su hija. Debe ser capaz de controlarla – lo dice quien se ha quedado a cierta distancia para evitar lo que yo estoy recibiendo.

- ¿Solo es mía? – pregunto algo ya cansado, pero sin rendirme de esta guerra armada por ella a causa de haber escuchado la plática que tuve con Sebastian, pensando que estaba dormida, sobre nuestro regreso a la mansión y de que él no estaría con nosotros en las noches por evidentes razones – no te veo siendo de ayuda cuando dijiste que te involucrarías.

El reproche ante este tema no era ni es de mi agrado, pero si es necesario usarla a mi favor como ahora... lo haría. Descubrí que es un método efectivo que logra cimbrar en Sebastian.

- Pero como puedo ayudar si el problema es hacia usted. Recordará que conmigo lloró quizás por lo que escuchó, en cambio a su lado... - desliza su mirada hacia ella quien continua con su rabieta moviendo a como puede sus brazos y pies que ligeramente tocan el agua al ya cansarme de lidiar con hacerla calmar – me sorprende su desarrollo. Está recién cumpliendo su primer mes de nacida y tiene las fuerzas y energías de alguien más grande. Incluso creo que le gana – lo fulmino con la mirada por su inutilidad.

- Sigues sin ser de ayuda – le digo arrastrando cada letra con los dientes – demuestra si realmente tienes la habilidad de diálogo de un padre hacia su hija.

- De acuerdo... - suspira derrotado por mi justificación – solo tengo una petición.

- ¿Cuál?

- Que ante cualquier decisión tomada, se deberá cumplir.

- Lo que sea. Date prisa. Siento que ella en lugar de cansarse tiene más energías – y no sabía como estoy siendo capaz de maniobrar la situación, es decir, sostener a Brisell aun a costa de sus movimientos y no dejarla caer en el intento.

- Por supuesto. No es del todo humana – y con aquella sonrisa de victoria podría decir que sonó a orgullo.

- Dejemos eso a un lado y ven a calmarla. A este paso nunca partiremos a la mansión y más si tendremos muchos pendientes que hacer con la llegada de la encomienda de la reina.

- Hasta mucho tiempo estuvo en silencio - con ágiles movimientos se empieza a quitar su saco para luego arremangar su camisa – lástima que no pudo soportar más. Eso intervino en nuestros planes originales haciendo que todo se adelante.

- Y sobre todo el tener que cambiar la versión original de la existencia de Brisell.

- Aunque eso justificaría el parecido que tiene de ambos – en su proximidad la bebé deja de patalear pasando a llamar a sus lágrimas hacer su pronta aparición – Brisell lamento que escucharas que no estaría con ustedes en las noches, pero lo que en verdad queríamos decir es que llegaría TARDE para cuidar tus sueños. Mientras tu padre – me señala educadamente – estaría primero ahí. Yo luego les haría compañía como lo hemos estado haciendo todo este tiempo – en lo que ella cambiaba su semblante lloroso a uno pacífico, yo pasaba del estrés a los nervios ante lo dicho por el dueño de esa declaración – ya te hemos contado que yo mantengo en orden tu verdadero hogar el cual ya queremos que pronto conozcas y solo podremos hacerlo si te bañamos para luego darte tu alimento que rechazaste pero que estoy seguro quieres. Has demostrado ser una niña muy sana – toma entre sus dedos la pequeña mano de Brisell en son de galantería - y queremos que siga siendo así, ¿nos ayudarás a cuidarte, mi lady? – si ya había logrado convencerla con aquel discurso y gesto, no sería Sebastian si no rematara la jugada con el sello definitivo que cerrara el contrato: un casto beso que hasta la persona más atrevida se sonrojaría.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora