Por la noche... Tiempo antes del nacimiento de Brisell...
- ¿Y bien? ¿Ya tienes la lista de lo que te pedí? – le pregunto a Sebastian quien me sirve una taza de té mientras estoy recostado en cama.
- ¿Se refiere a los nombres?
- ¿Y qué más? La única cosa en lista que te he pedido – digo irónico tomando la taza ofrecida.
- No quiero que tome esto como a ofensa, pero... ¿no cree que es muy joven para olvidar cosas? Casi diario me enlista lo que quiere como sus antojos en comidas, o actividades. ¿Le parece justificable que yo cuestione?
- Que delicado me saliste...
- No es que lo sea – toma la taza ahora vacía – solo no quiero errar, y menos en su estado que la cólera en usted es un hilo muy delgado y fino. Más, claro.
- ¿Y dices no estar en burla?
- Se le llama observación y cautela.
- Nos estamos desviando del tema...
- Respondiendo a su pregunta... sí... ya tengo lo solicitado.
- Escuchemos – extiendo la mano para pedirle que tome asiento del lado que hace falta rellenar en la cama -. El bebé no será oídos.
- Después de que estuvo muy activo en el día, no es de sorprender que cayera con rapidez.
- Sí... y las náuseas por sus movimientos fueron un fastidio, y tú – lo señalo ya a mi lado – maldito bastardo, no eres de ayuda. Le alientas.
- Oh, vamos joven amo, no le quite esa oportunidad que sabe bien que pasa un rato agradable conmigo – en referencia a él y el bebé porque YO no me divierto -. Un ligero sacrificio como padre que es; permitir que tengamos un momento.
- Como tú no eres el que siente todo esto, se te es fácil hablar.
- En absoluto, lamento mucho esos padecer. No debe ser agradable.
- No, no lo es. Por esa razón es que deberías ser más considerado. Al menos... evitando sensaciones desagradables como las náuseas...
- Lo tendré más presente, mi lord.
- Eso me suena a "no prometo nada" ...
- Buena deducción.
- Ya veré como cobrarlo.
- Sé que así será. He sido fiel testigo de sus revanchas.
- Como debe de ser, maldito demonio.
- Volviendo al tema, de nuevo, ¿no quería que escuchara lo que tengo en lista?
- La verdad no. Sea cual sea mi decisión quisiera que fuera una sorpresa para... ella, él mismo.
- O incluso para usted mismo, ¿no?
- Si... es posible. ¿Entonces?
- Permítame – del bolsillo de su saco desdobla una hoja.
- ¿Llevas siempre esa hoja contigo?
- Desde que me dio la encomienda, sí – carraspea para iniciar su lectura -. ¿Niño o niña?
- Niño.
Escucho con atención cada uno de los nombres que para ser honesto, debo de dar crédito a su gusto.
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Hermoso accidente
أدب الهواةUn inesperado acontecimiento está por aparecer en las vidas de Ciel y su fiel mayordomo, Sebastian, que por juegos del destino, bajo la firma del curioso shinigami, Undertaker, se convierte en el responsable del cambio que nuestros personajes pasará...