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El primer día en este nuevo hogar temporal, casi llega a su fin mientras he terminado de bañarme y cada vez me va resultando un poco complicado el lavado de la espalda y las piernas; el tener este ya de por sí gran bulto en mi abdomen, me impide hacer cosas básicas como lo es el amarrado de los zapatos... Mas eso ya no será problema, el estar aquí me dará libertad de vestimenta.

- ¿Fue de su agrado el baño? - es lo primero que me pregunta la única persona con la que estoy.

- Hmn... - hago una mueca de queja por un ligero pateo en el interior.

¿Y ahora qué? ¿Fue por lo qué pensé?

- ¿Se encuentra bien?

- Ah, si. Solo es que aún no me acostumbro cuando se mueve... - miento.

Otro golpe... De acuerdo... Perdona, tu también cuentas... ¿Contento?

Suspiro de alivio al solo sentir como respuesta un leve movimiento de su parte. Gracias...

- Sabe - reacciono al escuchar a mi mayordomo hablar - llevo teniendo la ligera sospecha de que cuando se pierde en sus pensamientos es porque está hablando con el bebé - aclara con una sonrisa de lado divertido - como hace unos momentos por ejemplo - ¿qué tipo de expresión tendré? Sin embargo no lo preguntaré...

- En realidad, intento tomar control de mi cuerpo - digo mientras cepillo mi cabello - no puedo permitirle que, aún dentro, haga lo que quiera - aunque en realidad tengo que recurrir al soborno...

- Eso quiere decir que será un padre estricto - lo miro seriamente ante su comentario.

- Mira quien lo dice - dejo el peine y coloco mis manos en la cadera - creo que has olvidado que entre los dos - lo señalo - solo uno es y será el estricto. Y - hago énfasis - dudo que bajes la guardia solo porque sea también TÚ hijo ¿o me equivoco? - me cruzo de brazos notando su gesto sutil de sorpresa.

- Siendo sincero - coloca sus dedos índice y pulgar en el mentón - no me he planteado esa visión de mi parte, el cómo sería en un papel nuevo: el de un padre - su franqueza me sacudió ya que compartía su duda, y ni siquiera me lo puedo imaginar...

- Puede que lo asimiles con tu papel de mayordomo - sin dejar de hablar camino hacia la cama - con referente a tus deberes ante mis cuidados, aunque desconozco como actuaría tu papel como demonio - me meto entre las sábanas y lo noto confundido - es decir, si este ser realmente te importaría - su silencioso delata que ni él puede tener una respuesta - pero eso lo sabrás en su momento.

- Quizás tenga razón, pero es como dice, lo sabré en su momento. Mas lo que sí sé, que aunque no esté en la mansión, eso no implica que despertará a la hora que quiera, refiriéndome a lo tarde. Vendré en el horario habitual.

- ¿Qué? Eso es injusto. No tengo deberes como el trabajo, puedo darme ese lujo - sentenció con el ceño fruncido.

- No puede. Si holgazanea de ese modo perderá la costumbre y cuando regrese será difícil que se vuelva a acostumbrar - ahora él se cruza de brazos como posición de que no cederá - solo puedo acceder a quince minutos más.

- Dos horas.

- Treinta minutos

- Hora y media

- Una hora y es todo a lo que puedo acceder.

- Hecho - en realidad me conformaba con eso, pero con Sebastian aprendí a negociar así.

Hermoso accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora